LA ISLA

Está cayendo un mar de lluvia sobre ésta Isla y como siga así, los dos mares se juntan y quedaremos sumergidos. Como en la Atlántida, igual. Respiraremos por las branquias y nos adaptaremos a las profundidades de los mares. Quizá salga más barato el viaje en submarino que ir en barco o en avión, pues más caro de lo que está, ¡es imposible!. Una vez que caes en Alcatraz ya no hay salida o por lo menos no la hay hasta que cumplas toda tú condena. A mi me cayeron 5 años y todo por ser malo y un mal bicho.

Yo siempre dije que a ésta Isla había que darle la vuelta y así vivir sobre su superficie ahora submarina. Porque por éste lado ya está desgastada de tanto uso y a lo mejor por el otro lado, se alarga unos kilómetros más o tiene una montaña más alta, pues la que hay actualmente no pasa de los 300 metros. Y yo echo de menos la montaña y también un río, pues aquí tampoco hay un río que refresque con sus aguas frías. Aquí hay playas y calas y calas y playas y piedras, muchas pero que muchas piedras y un agua de mar, que es una bendición paras el cuerpo y para la vista.

Pero ya está, playa, calas y agua de mar y punto. Bueno también hay unos lindos bosques mediterráneos, llenos de pinos, encinas y ullastres (olivos salvajes) y unos preciosos prados verdes y por donde se deslizan las estúpidas vaquitas. Ya sabéis las mismas que se presentan al concurso de cual de ellas es la más bonita o el concurso de la más bella vaca Frisona. Y el caballo menorquín, que si me olvido de mencionarlo viene algún isleño y me corta los huevos a rodajas. Bonito caballo negro y negro azabache y ágil y rápido. Bueno y estoy yo, que empiezo a considerarme uno más de la tribu auctótona y creo que yo también merezco la pena de ser visitado. Yo por lo menos, me visito muchas veces y siempre menos de las que deseo.


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JULIO CORTÁZAR