Hay personas que digas lo que les digas, va a ser igual, pues son impermeables a las opiniones ajenas. Hay gente que sale a la calle en traje de buzo y no oyen, no escuchan y ni sienten. Ellos van por libre y a su puta bola. Les da igual lo que les digas y si van de sonrisa puesta y aunque les insultes y te cagues en su padre o madre, seguirán igual con su sonrisa puesta. Y si van a cara de perro, pues lo mismo, solo que al revés. Es decir de buena mañana y cuando ponen el pie en el suelo, ya saben de que van a ir disfrazados ese día y esa máscara no se la quitan hasta que se vayan de nuevo a la piltra.Son como robots automatizados y ellos solos se programan. Hoy tengo que ir de lechuga insípida y van con careto de lechuguino todo el puto día y no los altera ni la Virgen bendita. Lo malo del tema es que pasa como con todas las drogas, que a base de repetir su papel, al final se quedan con la máscara siempre puesta. Y tú pensando que es un tío insensible y a lo mejor no lo es, pues resulta que llora o grita o se cabrea para sus adentros, pero su rictus hacia afuera no se altera. A veces te entran ganas de darle una hostia y a ver si grita o llora hacia afuera o ponerle una zancadilla o tirarlo al mar, yo que sé, algo que los saque de sus casillas.
Y claro cuando te toca delante un elemento de esta estirpe, empiezas hablando y sin darte cuenta vas hablando de cada vez más y hasta que llega un punto en que te das cuenta que estás hablando solo o como si estuvieras hablándole a una farola y haces una pequeña pausa y a ver si quita esa estúpida sonrisa y dice por lo menos dos palabras seguidas. Y nada de nada, el tío sigue impertérrito en sus trece y a ti te empieza a entrar complejo de gilipollas, ¿que hago yo hablando con una lechuga?, te preguntas.Llegado a éste nivel, ya te vas mosqueando con el tío estatua y entonces caben tres posibilidades: Primera, le das una buena hostia y a ver si espabila. Segunda, lo mandas a la mierda y que le den por el culo. Y tercera, también te conviertes en estatua de sal y ya no le dices nada, simplemente le miras fijamente y hasta que el tío diga algo. Yo refiero la segunda, el de mandarlo a tomar por el culo, pues no merecen que tú pierdas más tiempo con un capullo que se disfraza de lechuguino.
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