Y dicen que somos seres humanos y seres si somos, pero humanos permitidme que lo ponga en duda. Seres somos, porque andamos, comemos y parece que hasta hablamos. Pero de humanos como que no, de humanos solo llevamos la carcasa o el uniforme por fuera y en cambio por dentro solo hay negrura sin sentimientos. Y ésta vez no voy a hacer excepciones y empezar a matizar las cosas, y el que es malo es malo, pero a lo mejor no lo es tanto o que hay malos y buenos o que hay algunas excepciones. Ni excepciones ni hostias benditas, aquí todos juntos y en el mismo saco. O somos humanos o no lo somos, he aquí el quid de la pregunta.
Resulta que ahora se ha puesto de moda el ir cargándose las ciudades. Si esos espacios de convivencia comunes y que ya no eran excesivamente confortables. Pues eso que ahora y dado el incremento evidente de mendigos y desarrapados y por ser un producto de la crisis, empiezan a proliferar las alambradas en los parques y las púas antimendigo y los bancos de piedra con piedras cortantes y salientes y todo para espantar a los mendigos e indigentes. Y dice un mendigo que si fuera su casa, también pondría esos pinchos. Y esto como se come, pues que éste mendigo está acostumbrado a comer en las manos de otro y de ahí, su servilismo. O sea que asume su propia condición de mendigo y como tal, se echa la culpa a él mismo.
¡Joder! si esto es ser humano, que venga Dios y que nos haga desaparecer de la faz de la tierra. Creamos sociedades para saber vivir entre personas y para ello adaptamos unas normas de funcionamiento y esas mismas normas crean bolsas de pobreza, pues en cambio de cambiar las normas del juego, encerramos y castigamos a lo que fueron expulsados de esa sociedad. Pues sí que tiene guasa la cosa y no vale decir que yo no fui, pues yo no fui, pero si consentí. Y ahí que cada uno aguante su vela y que se quede con la parte del pastel que le toca. Pinchos antimendigos, alambradas con cuchillas, ¡que más queremos!, quizá lo que queremos es volver al medievo y poner cinco murallas de 20 metros por las ciudades y por las fronteras y que cada uno defienda su propio feudo. Y quizá así nos entendamos mejor, ¿Quién sabe?.
Resulta que ahora se ha puesto de moda el ir cargándose las ciudades. Si esos espacios de convivencia comunes y que ya no eran excesivamente confortables. Pues eso que ahora y dado el incremento evidente de mendigos y desarrapados y por ser un producto de la crisis, empiezan a proliferar las alambradas en los parques y las púas antimendigo y los bancos de piedra con piedras cortantes y salientes y todo para espantar a los mendigos e indigentes. Y dice un mendigo que si fuera su casa, también pondría esos pinchos. Y esto como se come, pues que éste mendigo está acostumbrado a comer en las manos de otro y de ahí, su servilismo. O sea que asume su propia condición de mendigo y como tal, se echa la culpa a él mismo.¡Joder! si esto es ser humano, que venga Dios y que nos haga desaparecer de la faz de la tierra. Creamos sociedades para saber vivir entre personas y para ello adaptamos unas normas de funcionamiento y esas mismas normas crean bolsas de pobreza, pues en cambio de cambiar las normas del juego, encerramos y castigamos a lo que fueron expulsados de esa sociedad. Pues sí que tiene guasa la cosa y no vale decir que yo no fui, pues yo no fui, pero si consentí. Y ahí que cada uno aguante su vela y que se quede con la parte del pastel que le toca. Pinchos antimendigos, alambradas con cuchillas, ¡que más queremos!, quizá lo que queremos es volver al medievo y poner cinco murallas de 20 metros por las ciudades y por las fronteras y que cada uno defienda su propio feudo. Y quizá así nos entendamos mejor, ¿Quién sabe?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario