LICÁNTROPO

Y no tengo otro remedio que reconocer las cosas y lo primero que tengo que reconocer es que estoy cabreado, profundamente cabreado y todo porque la tarde avanza y la noche se va acercando y es que ésta noche curro y no me apetece nada, nada de nada. Además que también estoy cansado y eso que dormí y a pierna suelta, pero a mi lo que me pasa es que el sueño se me acumula y después tardo en compensarlo. Hay gente que le pasa lo contrario, que pueden pasar dos o tres días durmiendo malamente y con uno sólo que duermen como toca, se recuperan totalmente. Yo no, yo tengo que descansar bien dos días y al tercero ya estoy como nuevo.

Soy de efectos retardados. Pero en cambio puedo hacer lo contrario o sea aguantar sin dormir durante mucho tiempo, ahora sí cuando caigo, caigo como un saco de patatas. Y ahora mismo son las 6 de la tarde y estoy muerto de sueño, pero aguanto y no sé muy bien para qué, porque mi primera intención es para dormir mejor ésta noche, pero yo soy como un hombre lobo y cuando llega la noche me espabilo y empiezo a vivir de nuevo. Estoy cada día más convencido de que yo vivo bajo el influjo de las lunas, aunque la luna menguante no sé como me altera, pues no conozco ese estado, el de menguarse. Conozco el contrario, el hacerme más grande, el que la cara se estire hacia delante, el que mis dientes se afilen como navajas, el que me salga pelo por todo mi cuerpo y ese estado me lo da en pleno, la luna más llena de entre todas ellas.

Claro que al día siguiente tengo el regustillo de la sangre en mi boca y algún trozo de carne suelto entre mis dientes. Y me duele el cuerpo y supongo que será por la transformación de los músculos y ligamentos y dado el potencial que adquiero con ello,  pues supongo que también influirá el tanto correr por los prados y por los bosques. Si señor, soy un hombre lobo que busca saciar su sed de sangre. Que le voy hacer, ¡si soy un Licántropo!, pues también y en el fondo, me gusta más ser eso, que ser uno más entre los mortales. Además después de destrozar cuerpos y de chuparles la sangre, me quedo tan extasiado, que a continuación  ya no me acuerdo de nada.Y ésta noche,
¡os juro que aullaré más fuerte que nunca!.


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JULIO CORTÁZAR