¿PACIENCIA?

Dios me ha dotado de paciencia, pero creo que no con la suficiente, pues yo sé tengo déficit de ella. O por lo menos yo lo siento así, pues veo que me altero más que el resto de las personas. Y puede que sea un defecto de estructura y ahí es donde Dios ha fallado o por mis circunstancias personales y educacionales, me falte la paciencia necesaria y aquí el que he fallado soy yo mismo. Podía concluir entonces que soy un impaciente y que salto a la primera de cambio. Pero en el fondo siempre tengo el consuelo, de que podía saltar más y más y si salto solo un poco, pues ya me conformo con ello.

¿Quién coño sabe donde está el punto justo de la película?. Pues yo no y porque francamente siempre me escoro para el mismo lado, hacia el lado de la impaciencia. Pero no me escoro en plan demagógico y que se lo exija a los demás y a mi no, pues es más bien lo contrario, yo me meto caña como un condenado. Y es que conmigo mismo, no hay explicaciones posibles, los cosas se hacen o no se hacen y si las hago, pues me digo, es tu deber hacerlas y si no las hago, es que eres una mierda y además no te busques disculpas, ¡capullo!. Y me autoflagelo con ese pensamiento y me como las uñas de los pies y me arranco la piel a tiras.

En el fondo soy un alma sufriente y todo por no concederme un descanso o un kit kat en la vida. Quizá fuera mi madre quién me enseñó a ser un espartano del pensamiento. Y esto hay que hacerlo y hay que hacerlo ahora y si no lo haces es porque no tienes voluntad de hacerlo. Voluntad, que bonita palabra y en cambio tan mal usada, pues solo  con la voluntad no todas las cosas se hacen, se hacen también por mucho convencimiento y por estudiar y comprender las cosas. La voluntad en sí misma es una patraña, pero que a veces es necesario recurrir a ella y sobre todo cuando estás hundido en el pozo más profundo. Pero que quede claro, que la voluntad solo te sirve para mantenerte a flote y para poder salir del pozo hace falta el comprender de las cosas, y porque si no te quedarás siempre flotando en el fondo del pozo. 

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JULIO CORTÁZAR