EL REVÉS DE LAS COSAS

Porque siempre lo dije y ahora lo digo de nuevo, a ocurrencias y a ideas peregrinas, a mi no hay quién me gane. No señor, porque yo tengo la cruz al mérito civil y militar sobre las ideas más alucinantes. De pequeño ya era así, y por eso me metía en cada lío del que después no sabía como salir y claro, ese era un motivo más, para recibir hostias por doquier. Siempre le busqué el revés a las cosas, siempre me entusiasmo el reverso o la etiqueta que llevan por detrás las cosas y por ahí era por donde buscaba la empatía con las personas.

Digamos que buscaba y busco su punto más débil, ese punto que era una debilidad para los demás y que para mi era una fortaleza. Porque lo que yo nunca soporté es a la gente comedida y recta, la que siempre conserva las formas, las posturas, las medio risas y con esa especie de rictus que parece que le hayan metido un palo por el culo. Yo a la debilidad de los demás, no las aprovechaba para joderle la vida, las aprovechaba para sacarle todo su jugo y al mismo tiempo, yo también mostraba mi punto más débil.

Vamos que no iba, ni voy, de meter el dedo en la llaga. Yo veo la llaga ajena y aprovecho eso y así enseño la mía. Pues así ya había y hay un punto de conexión, dos heridas abiertas que duelen y sangran y eso crea lazos profundos y sentidos, eso era más fuerte que beberse un vaso de aguardiente. Y en definitiva, que yo voy de los que voy y voy de buscar las fisuras y los desconchones que hay en las fachadas de todas las personas, pero eso sí, mostrando también las mías.

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JULIO CORTÁZAR