AUTODESTRUCCIÓN

Y mientras afuera siga lloviendo, la gente se refugiará en sus casas y en los bares y en consecuencia, éste Pueblo seguirá pareciendo a la tierra de nadie. Faltan los rulos de paja que siempre aparecen en la películas de vaqueros y claro falta el cheriff bueno y el pistolero malo. Porque de lo demás, no falta y ya desayunando, había unos cuantos tíos tomándose un chupito de gin, anís, wiski o de ese asqueroso licor de hierba, después un poco de tertulia de bar, de esa que parece que dices algo y en realidad no dices nada y a continuación, otro chupito más para dentro del gaznate.

Cada uno es muy libre se suicidarse a su manera y los hay que les gusta hacerlo lentamente y el final ya sabemos cuál es, que sea bienvenida la cirrosis. La verdad es que es una opción más entre las que hay y además, ¡yo que voy a decir del tema!, si durante unos años fui aprendiz de brujo y era el primero que me pedía una copita de anís por las mañanas o de sol y sombra, que es una mezcla asquerosa de anís y cognac y que por tanto, te la tenías que beber de un solo trago y sin apenas respirar.

El problema no era que te la bebieras, el problema real es que te sentías fatal. Ese chupito era como un golpe bestial a tú moral o a tus principios y entonces a partir de ese momento tu dilema era, parar o seguir bebiendo y como ya habías dado el primer paso, lo más sencillo era seguir bebiendo y para intentar olvidarte de que estabas bebiendo. Y los que tenemos un gen alcohólico o dos o tres, una vez que has encendido la mecha, resulta casi imposible el parar esa llamarada alcohólica, esa que te conduce directamente, a la autodestrucción.

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JULIO CORTÁZAR