Yo podía contaros muchas películas de terror y de miedo, pero como casi todas acaban muy mal y con muchos muertos y con mucha sangre, procuro ahorrarme ese mal trago y por eso no cuento algunas cosas que me han pasado en mi trabajo, y además para no ensuciaros de sangre a través de la pantalla de vuestro ordenador. Son imágenes y son situaciones que se quedan grabadas a fuego lento en la sustancia gris de mi cerebro y que como son tan desagradables, prefiero no contarlas.
Es como se dice, un detalle de cortesía por parte del autor y además que no sé si algún día lograré interpretarlas, pero de momento, sé que no. No entro ni quiero entrar y eso que la tentación llama a mi puerta y llama con insistencia, pero por respeto a los muertos y a los que quedaron medio vivos y un tanto lisiados, tengo que sellar mi memoria a cal y canto. Quizá cuando tenga más claro o cuando quiera creer que la muerte sangrienta y traumática, es una forma más de morir sin sufrir, puede que me suelte la melena.
Pero de momento no, yo me atengo a mis principios y si cuento algo es a cuenta gotas y midiendo muy bien los términos. Yo al fin y al cabo, soy un ser humanos más con cuernos y con rabo y aunque parezca que no, yo tengo mis propios límites o fronteras (ya quisiera yo, el no tenerlas). Y ya sé que puedo parecer un faltón o un ser despiadado, pero eso no es así o no lo es en parte, pues eso entra dentro de la pose de tío duro. Y porque en un curre donde ves trozos de hueso, de carne, de cerebro y a veces hasta los ojos ruedan por el suelo, si no te pones la armadura de tío duro, pues vas de culo y sin frenos.
Y entonces y como conclusión, sino me pongo esa armadura de tío duro, quizás sería mejor que me dedicara a vender frutos secos y aromáticos a la entrada de un chiringuito de capullos contemplativos. Vamos de los que no hacen daño a nada y a nadie y porque solo contemplan y siempre se callan, y todo porque no ven o se niegan a ver la cara dura y sangrienta de la vida.
Es como se dice, un detalle de cortesía por parte del autor y además que no sé si algún día lograré interpretarlas, pero de momento, sé que no. No entro ni quiero entrar y eso que la tentación llama a mi puerta y llama con insistencia, pero por respeto a los muertos y a los que quedaron medio vivos y un tanto lisiados, tengo que sellar mi memoria a cal y canto. Quizá cuando tenga más claro o cuando quiera creer que la muerte sangrienta y traumática, es una forma más de morir sin sufrir, puede que me suelte la melena.Pero de momento no, yo me atengo a mis principios y si cuento algo es a cuenta gotas y midiendo muy bien los términos. Yo al fin y al cabo, soy un ser humanos más con cuernos y con rabo y aunque parezca que no, yo tengo mis propios límites o fronteras (ya quisiera yo, el no tenerlas). Y ya sé que puedo parecer un faltón o un ser despiadado, pero eso no es así o no lo es en parte, pues eso entra dentro de la pose de tío duro. Y porque en un curre donde ves trozos de hueso, de carne, de cerebro y a veces hasta los ojos ruedan por el suelo, si no te pones la armadura de tío duro, pues vas de culo y sin frenos.
Y entonces y como conclusión, sino me pongo esa armadura de tío duro, quizás sería mejor que me dedicara a vender frutos secos y aromáticos a la entrada de un chiringuito de capullos contemplativos. Vamos de los que no hacen daño a nada y a nadie y porque solo contemplan y siempre se callan, y todo porque no ven o se niegan a ver la cara dura y sangrienta de la vida.
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