Y ya hemos comido y como hemos disfrutado de esos platos tan bien elaborados, Risotto al curry con exquisitas delicias de queso fundido en nata montada del Canadá y acompañado de unos pinchos de pollo de la granja San Francisco a la plancha y para el vegetariano, unos filetes de atún de Barbate también a la plancha y todo esto en la compañía de mis hijos, hacen que el menú eleve su nivel. De postre, unas ricas ladillas, perdón natillas y a cagar que es gerundio.
Si por comer que no sea y como buen gallego que soy, me reafirmo en éste tema. Porque cuando voy una semana a mi pueblo son tres o cuatro kilos que gano. Las viandas allí en mi tierra, son excelentes, lo que no es tan excelente es su elaboración culinaria. Pero claro te invitan a comer, porque el comer es sagrado y es la mejor invitación que allí se puede hacer y cuando te has cepillado los veinte platos de comida rebosante y cuando estás a punto de reventar, la buena de la señora que te sirve no te pregunta si quieres más, lo da por supuesto y te llena de nuevo el plato.
Será el clima de allí o será que en sus tiempos se pasó mucha hambre o serán los dos cosas, el caso es que te pones como un auténtico cerdo. Y además pasa otra cosa, que por mucho que adules el plato cocinado, como no aceptes la repetición del plato, en mi pueblo es indicativo de que no te ha gustado y lo toman como una especie de desprecio. Así somos los gallegos, buena gente por naturaleza, aunque hay algunos que nos tachan de desconfiados y porque no se enteran que lo nuestro no es la desconfianza, "es la confianza con peros".
Si por comer que no sea y como buen gallego que soy, me reafirmo en éste tema. Porque cuando voy una semana a mi pueblo son tres o cuatro kilos que gano. Las viandas allí en mi tierra, son excelentes, lo que no es tan excelente es su elaboración culinaria. Pero claro te invitan a comer, porque el comer es sagrado y es la mejor invitación que allí se puede hacer y cuando te has cepillado los veinte platos de comida rebosante y cuando estás a punto de reventar, la buena de la señora que te sirve no te pregunta si quieres más, lo da por supuesto y te llena de nuevo el plato.Será el clima de allí o será que en sus tiempos se pasó mucha hambre o serán los dos cosas, el caso es que te pones como un auténtico cerdo. Y además pasa otra cosa, que por mucho que adules el plato cocinado, como no aceptes la repetición del plato, en mi pueblo es indicativo de que no te ha gustado y lo toman como una especie de desprecio. Así somos los gallegos, buena gente por naturaleza, aunque hay algunos que nos tachan de desconfiados y porque no se enteran que lo nuestro no es la desconfianza, "es la confianza con peros".
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