Uno se puede sentir compensado por cualquier tontería, pues todo depende de lo afectado que te sientas y de lo necesitado que estés. Porque pasa que a veces no te ha afectado tanto la cosa, pero como previamente ya estabas tocado, el asunto se pone muy feo, pues en realidad lo que pesa, es que ya estabas jodido y no pesa tanto el hecho en sí. Yo recuerdo que alguna vez me hicieron grandes putadas y como en aquel momento yo estaba subido a la parra, esas putadas fueron como cosquillitas y es más, le sacaba punta a las putadas y eso sí, se las devolvía con otras putadas más grandes y lesivas. Yo creo que nunca me quedé sin responder a las putadas, algunas veces al instante y otras veces, pasado el tiempo.
Ahora bien, hubo otras veces que hasta el mínimo mal detalle me hundía y ahora viendo las cosas con esa perspectiva que da el paso del tiempo, aseguro que era porque estaba previamente hundido y porque el mal detalle era una mierda sin importancia y porque ya llevaba meses o años arrastrado por el fango de la vida. Y aquí las respuestas a esas pequeñas agresiones eran al instante y siempre eran desfasadas y desmadradas, sí, de esas cosas que dices sabiendo que te has pasado dos o tres pueblos y que no tienes derecho a herir de esa forma a alguien y por una simple tontería. Y el pedir perdón aquí no tiene cabida, por lo menos no lo tiene en el primer momento y porque el subidón adrenalínico es tan bestial que es imposible que puedas ver el bosque.
Claro que más adelante el perdón si tiene cabida y cuando las cosas se enfrían un poco, es su punto ideal. Ya sabéis en ese momento en que pasa el sofocón incial y empieza la calma después de la tormenta. Y sino lo haces ¿qué pasa?, hombre tampoco pasa nada, pero a esa persona seguro que la pierdes y ya depende de ti, la valoración que hagas. Por berrinches así yo he perdido amigos, no muchos, pero si alguno y los perdí por culpa de mi puto orgullo de gallito de pelea y entonces, tenía que demostrar que no era un débil. Y en cambio ahora me doy cuenta que me gusta la debilidad, que me gustan las personas frágiles y que al tío seguro lo mando a tomar por culo. Y después decimos ¡qué no cambiamos!.
Ahora bien, hubo otras veces que hasta el mínimo mal detalle me hundía y ahora viendo las cosas con esa perspectiva que da el paso del tiempo, aseguro que era porque estaba previamente hundido y porque el mal detalle era una mierda sin importancia y porque ya llevaba meses o años arrastrado por el fango de la vida. Y aquí las respuestas a esas pequeñas agresiones eran al instante y siempre eran desfasadas y desmadradas, sí, de esas cosas que dices sabiendo que te has pasado dos o tres pueblos y que no tienes derecho a herir de esa forma a alguien y por una simple tontería. Y el pedir perdón aquí no tiene cabida, por lo menos no lo tiene en el primer momento y porque el subidón adrenalínico es tan bestial que es imposible que puedas ver el bosque.
Claro que más adelante el perdón si tiene cabida y cuando las cosas se enfrían un poco, es su punto ideal. Ya sabéis en ese momento en que pasa el sofocón incial y empieza la calma después de la tormenta. Y sino lo haces ¿qué pasa?, hombre tampoco pasa nada, pero a esa persona seguro que la pierdes y ya depende de ti, la valoración que hagas. Por berrinches así yo he perdido amigos, no muchos, pero si alguno y los perdí por culpa de mi puto orgullo de gallito de pelea y entonces, tenía que demostrar que no era un débil. Y en cambio ahora me doy cuenta que me gusta la debilidad, que me gustan las personas frágiles y que al tío seguro lo mando a tomar por culo. Y después decimos ¡qué no cambiamos!.
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