Mi paraíso está entre éstas cuatro paredes,
sencillo decorado de piedra ancestral y muebles avejentados,
decorado casi rozando lo espartano
pero sin entrar en el terreno escabroso del minimalismo,
es un casi y sin llegar a ello.
Tampoco es un clásico rigor mortis,
digamos que está entre un clásico desaliñado con toques desganados y un estudiado dejado no muy pensado,
pero eso sí, nunca abandonado del todo...
Lámparas...
lámparas de araña
y algunas telarañas entre el techo y la lámpara.
(son testigos de mi dura existencia diaria)
Luces...
luces tumbadas, de pie, de escorzo, de techo,
de sin techo,
luces indirectas,
nunca de bruces y en la cara,
luz ténue, blanca y nítida,
más íntima que molesta...
Sueños...
sueños colgados en sólidas paredes antiguas,
trozos de sueños pegados con saliva de murciélago,
pedazos de sueños pintados sobre cuadros...
algunos dedicados
y algunos otros, sin firmar y sin más datos.
En fin,
mi pantalla de ordenador,
mi música suave y tierna,
mi estelar estufa de leña,
mi fragancia de aromas delicados
y todo esto
forma parte de mi decorado
y yo
formo parte de él.
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