
Yo he estado en el otro lado,
y sé que traspasé esa barrera,
esa barrera que se llama, cielo,
y allí me instale y por un tiempo,
y vi a los humanos,
a esas pobres hormiguitas
que se desplazaban a sus trabajos
o a sus quehaceres, depende,
y observé sus movimientos,
y concluí,
que todos se movían bajo el efecto masa,
apiñados e indefensos,
en formación y uniformados,
y era un ejército o un batallón de seres,
o era una manada de pequeños elefantes,
las 8 de la mañana y todo es movimiento,
las 2, las 6 y de nuevo las 8,
y entran y salen de sus casas
y se ganan la calle y cruzan y apenas se hablan,
cabizbajos avanzan
y después miran sus relojes,
y entonces se apuran o corren,
y llegan y no sé adonde,
pero llegan y lo sé,
porque después viene el silencio
o el sin movimiento,
y todo es quietud y armonía,
y todo es tiempo de espera,
y entonces de nuevo vuelven,
y qué casualidad,
pues son de nuevo las 8.
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