HOMBRES LOBO

Yo pondría un cartel en la puerta de mi casa con la frase "cuidado con el perro", pero no con el perro que tengo, sino que me refiero a mi mismo. Pues hoy me siento perro perro y además perro rabioso y si me tocan muerdo y si me hablan muerdo dos veces. Entre el calor que hace a éstas horas de la mañana y lo poco que dormí ésta noche, soy el tío más perro de la tierra y todos mis pensamientos van sobre lo mismo, estoy deseando morder a alguien y si ese alguien me incordia y llama a mi casa, pues ya tengo la disculpa para saltarle a la chepa y morderle directamente la yugular.

Hay días en que uno está enrabietado y hoy sé el porqué, pero en otras veces no tengo ni puta idea y estoy igual de agresivo. O  te lo pide el cuerpo o te lo pide la mente o te la piden las dos cosas a la vez. Bueno  después no es para tanto, pues en parte es sólo una bravuconada. En parte, pues por la otra estoy deseando que alguien me toque realmente las pelotas y ya no es un deseo, es una necesidad que tengo. Necesito que alguien me provoque y que me diga algo impertinente o algo que me hiera o que me haga daño y sé que hoy
lo estoy buscando.

No sé si salir a la puta calle y a ver si tengo la suerte de que alguien se pase conmigo. Pues necesito una coartada, no puedo ir por ahí dando hostias a todo el que pase a mi lado, necesito un motivo y una provocación. Aunque cuando estoy así, se nota en mi cara o en mi rostro, pues se elonga la boca y toma forma de hocico y los dientes se agrandan y se afilan y las orejas aumentan de tamaño y el oído se pone más fino y las uñas se convierten en garras afiladas y entonces el que se fije un poco en mí, ya sabe lo que le puede pasar, que de un mordisco le destroce y después me lo mastique y como un puto chicle. Así somos los hombres lobo, así de huraños, de extraños y de fieras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR