RUIDOS

Hoy tengo una puta grúa al otro lado de la acera de mi casa y me está matando con los ruidos que emite. Y todo para pintar la fachada de una casa y ya podía haber métodos más silenciosos y equilibrados (que los hay), que después quién coño me recompensa por mis neuronas dañadas. Nadie, pues el ruido no se valora y porque al parecer el ruido tiene su horario, cuando el ruido no debía tener horario y debía estar siempre prohibido. Y ante el ruido ¡tolerancia cero!, pero eso en una sociedad en la que vivimos es una quimera.

Y en cambio una sociedad se crea para vivir los humanos mejor o eso dicen y ya veis, nos machacamos a hacer ruidos infernales. Y cuando no pasa una moto y con el tubo de escape apretado y eso en teoría está prohibido, pero ante el ruido hay una especie de consenso y se toma como un mal menor o como efecto colateral de vivir en una sociedad. Y aquí no es nada, pues yo vivo en un pueblo, pero en una ciudad ya es la hostia. Lo que pasa es que somos humanos y por tanto a todo nos acostumbramos, pero el que no está acostumbrado a tantos decibelios y como es mi caso, me vuelvo del revés cuando me agreden con los ruidos.

Por algo le llaman agresión acústica, porque es una forma de agresión como otra cualquiera. Pero, ¿que hago?, salgo y le parto la cara al de la puta grúa o lo denuncio o le reclamo silencio y porque sino lo mato. Pues creo que no me queda otra cosa que joderme y porque el silencio es un lujo que sólo pueden tener los ricos, pues para eso se van a las afueras y a vivir a casas de campo y en donde el sonido rey es el de los cantos de pájaros. Aquí en el pueblo, toca joderse y amoldar tus neuronas atrofiadas a los decibelios existentes. Se puede denunciar por todo, pero que te reconozcan que tú cefalea es producto del ruido es tarea inútil. Yo sinceramente prefiero el silencio de los Cementerios, que los ruidos que hacemos los humanos y todo para demostrar que estamos y que seguimos vivos. Pues al final concluyo que sin hacer ruido no sabemos vivir.

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JULIO CORTÁZAR