pensé eso y no pensé en otra cosa,
pensé que la palabra era nuestra aliada,
y que tú me dirías algo
y yo te diría otro tanto,
y los dos en pleno intercambio,
tú me hiciste daño
y yo te hice sangrar con los años,
y tú me llenas de reproches
y yo sólo te puedo decir,
¡que lo siento!.
Que lo siento
y que lo siento mucho,
y que no me perdono,
¡por dios!, que no me perdono,
si es que a veces, ni me siento,
y soy frágil como el cristal
pero por fuera, soy frío y duro,
y soy espeso de sentimientos,
y cuando te quiero, me entra el miedo,
y cuando te abrazo, me entra el pánico,
y cuando ya te alejas,
más que nunca quiero tenerte,
y así soy yo,
y así soy yo de contradictorio,
quiero lo que no tengo,
y deshecho lo que tengo,
y ahora sólo quiero,
¡que tú me perdones!.

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