Hoy no es que tenga claras las cosas, es que hoy más bien estoy expeditivo y si apunto hacia algo, le escupo mi veneno. Hoy no puedo aguantarme dentro de mí, hoy tengo que repartir hostias dialécticas y para mi es una necesidad como otra cualquiera y que merece todo mi respeto. Porque hay días en que te levantas guerrero y guerrillero y activas simplemente tú radar en busca de objetivos y a quién le apuntas, simplemente le destrozas. Ese es el verdadero objetivo, el destrozar a todo lo que respira y que se mueve, pero siempre dentro de los límites que tienen las palabras.Es el ansia, el ansia de querer las cosas y que las cosas fueran de otra manera. De repente todo lo que has construido con suma paciencia, te parece una gilipollada inmensa y ese espíritu tan destructivo te acaba dominando. Por tanto no es sólo hacia los demás, también es hacia mi mismo. Hoy arraso y no dejo títere con cabeza, hoy me entusiasma la tierra de nadie y donde no crece ni la hierba. Pero bueno, yo sé que es un pronto y que por tanto, que durará poco. Son como ataques de impaciencia, son como convulsiones del cerebro.
Yo creo que necesito esas convulsiones para sacudirme y despejarme de tanta mierda acumulada. También podía usar como alternativa, el meter los dedos en un enchufe cualquiera y así convulsionar como un jabato, pero bueno, lo puedo apuntar como plan B y por si falla el primero. Prefiero los métodos naturales de las convulsiones y ahora además ya empiezo a sentirme mejor y más tranquilo. No si al final, era todo un puto desahogo.
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