Las Estrellas, que puedo decir de las estrellas, que son por ejemplo, las bombillas del cielo o que representan la esperanza o que también nos hacen pedir deseos, aunque sean deseos fugaces, pero al fin y al cabo, son deseos. Y que puede haber más bonito que un deseo y más si es un deseo fugaz, fugaz que bonita palabra, ¿que puede haber?, la verdad que a mi no se me ocurre, pues un deseo es algo imperecedero, es algo irrealizable, es pura utopía, es siempre inalcalzable, una cosa es desear algo y otra distinta es pedir un deseo, el deseo en sí es un sueño y como sueño siempre se quedará en eso, en sueño y por eso resulta ser tan atrativo. Y si es fugaz, aún tiene más mordiente.
Y el sol, ese astro tan bestia y tan bruto. Ese astro que cuando enciende su caldera nos manda sus caricias cálidas, aunque a veces excesivamente cálidas y sudorosas. Y el sol cuando se despierta, que cosa más maravillosa, al ver como se despereza y extiende sus tentáculos de luces. Y el sol cuando se acuesta, parece un conjuro de encantamiento, a esa hora en que se funden en un sólo cuerpo: el mar, el cielo y el sol. Es la hora mágica, la hora en que uno se traslada al confín del mundo, la hora en que todo toma su calma, la hora de apoyar tu cabeza sobre el hombro de la persona que quieres y en fin, es la hora justa de fumarse un buen peta o canuto, bien cargadito y para que te ayude a disfrutar del momento más bello que hay bajo las estrellas.
Las demás cosas que llaman mi atención ya son cosas más banales, pero no por ello menos bellas e importantes. A ver, a quién no le gustan los árboles y más los árboles longevos y los ríos, los ríos con sus cauces que desbordan vida, y las montañas y la hierba y...y... mucho más que no cabría en éste escrito.Y el sol, ese astro tan bestia y tan bruto. Ese astro que cuando enciende su caldera nos manda sus caricias cálidas, aunque a veces excesivamente cálidas y sudorosas. Y el sol cuando se despierta, que cosa más maravillosa, al ver como se despereza y extiende sus tentáculos de luces. Y el sol cuando se acuesta, parece un conjuro de encantamiento, a esa hora en que se funden en un sólo cuerpo: el mar, el cielo y el sol. Es la hora mágica, la hora en que uno se traslada al confín del mundo, la hora en que todo toma su calma, la hora de apoyar tu cabeza sobre el hombro de la persona que quieres y en fin, es la hora justa de fumarse un buen peta o canuto, bien cargadito y para que te ayude a disfrutar del momento más bello que hay bajo las estrellas.
Pero mi universo no sólo tiene temas astrofísicos, que va, también hay muchos, pero que muchos sentimientos. Hay mucho amor, sí y aunque suene pedante y ñoño, pero hay amor a mi mismo, a otras personas, y a todo lo que me rodea. Bueno a todo no, pues hay cosas que me producen desamor, por no decir odio visceral que no soy capaz de controlar. Hay ilusiones, aunque a veces, sean ilusiones de ciego. Hay mucha ternura y cuando yo me pongo tierno puedo resultar un empalago y por eso también me gusta ser ácido, para compensar un poco tanto empalago.
Hay nostalgias y vacíos. Hay vacíos cuando pienso que pude tener lo que yo quería y por mis circunstancias personales, dejé pasar esa oportunidad. Y hay nostalgias de maravillosos momentos vividos y que me gustaría volver a disfrutar. Hay penas y muchas, pero las penas ahora me fortalecen. Mi alma es sentida pero también es un leño de roble viejo, es un alma sentida pero le protege una capa de titanio. Hay como no, alegrías y también muchas y éstas son las que me recargan las baterías y me hacen reír o sonreír delante del espejo.
O sea que hay risa, llantos, gritos de desespero, hay todo y todo está dentro de mí y éste todo es el que me hace vivir y es el que da sentido a mi vida. Y no puedo olvidarme del dolor, aunque ya me olvidaba. El dolor te rompe y a veces te hace añicos, pero que sería de mí sin él, como sería capaz de sentir lo que siento sin haberlo tenido, sin haber notado su puñal de frío acero, sin que te paralice los cinco sentidos, sin que te haga llorar mordiendo la almohada. El dolor duele, pero es el que te hace ser tierno y comprensible, el dolor te hace persona, te hace compañero, amigo, hermano y el dolor te hace amante de tu propia sombra.
Como véis mi universo es bastante completo y lo adorno con unas cuantas plantas y unos viñedos y unos cuantos árboles frutales, y con una música de fondo y así, y por fin, ya me quedo definitivamente feliz y contento.

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