MENTIRAS


Nos enseñaron a mentir y nunca a ir con la verdad por delante. Yo fui educado en colegio de curas, por un lado y por el otro, en mi santa casa y en los dos lados, me enseñaron a mentir y desde pequeñito. El riesgo de reconocer tu autoría y por un mal acto que habías cometido, era un riesgo demasiado elevado. Nunca y nunca me enseñaron a que si decía la verdad sería en parte perdonado o por lo menos en parte comprendido. Al revés si decía la verdad, el castigo sería mucho mayor y por ser tan tonto de haberlo reconocido.

Me acuerdo que de pequeño pronto aprendí esa lección. Pero claro, eso trae implícito que desde pequeñito empecé a mentir y así lo hice, mentía más respiraba. Mentía a mi madre, mentía a mi padre, mentía a los amigos, mentía en el colegio y al final, pasaba lo que pasaba, que me mentía hasta a mi mismo. Y eso te queda en el poso de tu personalidad y a lo mejor intentaba ser sincero, pero al mínimo contratiempo, volvía a salir la mentira a flote. Lógico, si uno se había acostumbrado a defenderse con la mentira por delante.

Y aún hoy en día me pasa y eso que intento controlar que la mentira no salga, pero el instinto a veces se escapa de mi control y primero intento decir la verdad, pero si hay alguna dificultad en el ambiente, me sale sin querer la mentirijilla instintiva. Claro que ahora, intento a continuación volver a la verdad a medias, pues hago por unir la mentirijilla con la verdad y al final resulta un pequeño cambalache o sea mitad verdad y mitad mentira. Es imposible que pueda dominar del todo el instinto de la mentirijilla, pues sale del fondo del alma y en tal caso, lo único que puedes hacer, es no mentir totalmente.

¡Hombre!, si tengo un capullo delante, me importa un huevo y la yema del otro mentirle y mentirle con todo el descaro. Hay gente que miente más que habla y a ese tipo de gente solo le puedes dar de su misma medicina o sea mentir más que él. Porque con la verdad ante éste tipo de personal vas de lado y porque en la verdad siempre hay algo de fallo y ahí es donde ese tío va ir a trapo, directo hacia esa fisura que tu le has dejado. Tú tienes que ser mejor que él y para ello tienes que saber mentir sin complejo ninguno. Concluyo que mentir no es bueno ni malo, es según las circunstancias y según a quién tengas delante.

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JULIO CORTÁZAR