Porque todos tenemos deseos ocultos y bien escondidos y no todos tienen que ver con venganzas de sangre. A veces deseamos a otra persona y que por circunstancias personales y sociales, no somos capaces o no queremos o no podemos cumplir con ese deseo. Es verdad que no somos animales y por tener un deseo...este se tenga que cumplir por cojones. Somos animales inteligentes y en cada pensamiento estamos valorando si ese pensamiento se puede o no se puede cumplir y sobre las consecuencias que puede traer dicho acto.
Cuando uno rompe con algo establecido se dice, ¡véis como se puede hacer! y lo dice, porque en el fondo tiene miedo a quedarse sólo en el paso que acaba de dar. Y por eso ¿ha hecho mal?, pues no, ha hecho lo que quería hacer, pero el cerebro es más listo de lo que creemos y por tanto está valorando al mismo tiempo las consecuencias de esa acción.
Y quién no tenga en cuenta su valoración, más tarde lo pagará o mejor dicho, te lo harán pagar. Pues los humanos somos seres envidiosos y si vemos que alguien ha roto con lo preestablecido, en principio vamos a por él. Y a veces somos bestias insaciables y vamos a comerlo en crudo y en vivo. Y en otras, somos más sutiles y buscamos los puntos débiles que esa persona pueda tener o sea buscamos su vulnerabilidad. Y suele pasar que cuando se coge ésta segunda opción, no atacamos de frente, sino por detrás y por la espalda. Se buscan los marrones que en su vida haya podido tener.
Y lo peor de todo, es que esa mierda y bazofia de cotilleo sobre la vida personal de uno, al final acaba entrando en nuestra valoración sobre esa persona. Admiramos a los dioses y porque entre otras cosas, los admiramos por su perfección, pero nosotros los seres humanos, los admiramos porque somos seres imperfectos. Pero entre nosotros pasa al revés, nos juzgamos sin tener compasión, como si fuéramos pequeños dioses que no entendemos las debilidades del otro ser humano. Somos seres tiranos y carecemos de compasión.
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