PIJOS


 Y hoy fui a comer a un sitio precioso.  Un restaurante con unas vistas que te pueden hasta enamorar y con una comida muy especial. Especializados en Atún rojo y con varias variantes sobre el mismo tema del Atún. Por supesto comimos Atún y porque otra cosa podrías comer cuando vas a restaurante que su plato estrella es el Atún. Un sitio un poco caro para mis arcas y porque primero era caro y segundo porque mis arcas no son las de antes, ahora son arcas de un pobre jubilado que de vez en cuando se da un lujo, aunque ahora estoy pensando, que tendré que reducir los lujos y porque sino no voy a llegar a fin de mes. Bueno, pues el mar Mediterráneo estaba bajo nuestros pies, el día estaba nublado y eso yo lo agradecía un montón y porque no soporto estar comiendo una rica comida y al mismo tiempo, estar sudando como un cerdo dentro de una sauna. Entrante de Atún y primer plato de Atún hecho o cocinado de distintas maneras y con diversas partes del Atún y nada de postres y para no disparar más el precio y una botella de vino que se hizo escasa, éramos tres, pero como el vino también era excesivamente caro, nos tuvimos que conformar con esa única botella de vino. En ésta isla hay unos sitios para comer que son un puto lujo y por sus vistas y por su comida y también por su excesivo precio exclusivo. La gente rica sabe bien lo que hace y además, todo se lo ponen en bandeja y ellos solo tiene que pagar su alto precio y poner cara de rico. Pero ¿que le preocuca a la gente rica pagar un pastón por una puta y buena comida y con unas vistas espectaculares?. Pues a ellos, no les preocupa nada éste tema y porque éste tema de la pasta solo es muy importante para el que tiene poco dinero o si se tiene que rascar el bolsillo, como es mi caso, para ir a un sitio como este.

La comida estaba para cagarte y para cagarte dos veces. Ahora el ambiente que nos rodeaba estaba lleno de pijos y hasta la bandera era pija. Tenían pinta de señoritos de otros tiemposy cuando iban todos juntos al aero club o al naútico del puerto deportivo y parecía que unos pocos eran de aquí, de la isla, que otros eran madrileños de pura cepa y de pura gilipollez y por último había alguna mesa con catalanes altivos que nos miraban por encima del hombro. ra todo un pupurri de gente, una mezcolanza de gente pija y yo apostaría que después de la comida se embarcarían en inmensos yates o veleros, aunque la cosa también podía cuadrar y perfectamente con un gran y hermoso chalet con unas preciosas vistas al mar y con el barco atracado en la misma puerta de su chalet y porque su chalet tendría su propio embarcadero. A mí me sale una alergia con sarpullidos y ronchas, cuando me veo tan rodeado por tantos pijos y con su típico uniforme clásico de pijos, siempre tan repeinados y untados de gomina, siempre tan perfectamente conjuntados, tan morenos de tomar el sol en la popa de su barco y que además, con ese hablar tan fino y tan educado. Los pijos son una raza aparte, que cuando se juntan se sienten como si ese restaurante fuera de ellos o que fuera una prolongación de todos ellos o mismo un restarante hecho para sus exclusivos cuerpos de pijos y solo para ellos y no para unos pringados como nosotros tres.

En esos sitios tan especiales, es como si fuera una representación del reino de los pijos, siempre parece que sobras y tú lo sabes que sobras y porque ellos ni siquiera te miran y porque sencillamente, te ignoran y porque en definitiva, eres invisible bajo su punto de vista . Y el que te ignoren y pasen de tí, para ellos es una muestra más de su desprecio y para tí en cambio, es que te sientes encantado y es de muy de agradecer, que en éste caso, pasen de tí.













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JULIO CORTÁZAR