APLAZAMIENTOS

Pues nada que tengo ganas de daros la vara y ya son las 12 de la noche y en cambio de ir para el sobre, prefiero dar el coñazo. Es la única opción que tengo como alternativa y  quizá sea porque sigo enrabietado,  ¡qué difícil de digerir es la derrota!. bueno como hice antes doy un doble salto mortal y ¡zas! ya estoy aquí de nuevo y ya me he olvidado del partido de fútbol. Y cuando la derrota escuece siempre se dice lo mismo, a mi no me importa tanto el fútbol y además el fútbol no me da de comer y es que hay que ver lo que cobran los jugadores.

Y siendo más que cierto esto de lo que cobran los jugadores, lo curioso es que quién lo dice, no lo saca en otros momentos, solo cuando tiene en la boca el sabor amargo de la derrota y entonces y para compensarse saca a colación éste tema. Sino se recurre al árbitro y a la suerte del contrario. Y si con esto no llega se habla de esa mano en el área o de esa falta que debió ser penalti o de ese fuera de juego que debió ser señalado. Las armas del consuelo son múltiples y diversas y son tan inútiles como meter un gol después del partido.

Y sino hay más armas consoladoras, se recurre al próximo partido o a la próxima competición y por tanto ya se recurre al espíritu de la venganza. Y hoy trago saliva y mañana verás como muerdo. La venganza de la derrota quizá sea el plato más ácido y amargo, pues es ya reconocer y claramente, que ya estás vencido y que aplazas al oponente a la siguiente batalla. Cerrado el caso, pero falsamente, pues por dentro te dan ganas de llorar y de morder al oponente. Pero antes de que te pisen hay que saber salir con arte y que mejor arte, que el del aplazamiento.

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JULIO CORTÁZAR