UN GRANITO DE ARENA

Claro que soy un granito de arena y que soy un granito más dentro de una playa. pero eso no me sirve de consuelo, pues soy un granito sí, pero un granito que ladra y muerde y grita y chilla y que reclama. Y reclama un mundo mejor y un mundo nuevo. No me conformo con ser uno más en la Historia contemporánea, mi función es otra, es describir lo que siente, lo que dice, lo que ama, ese granito de playa. Puede que sea un granito incomprendido, pero quién no lo fue en sus tiempos y para más adelante ser por fin reconocido.

Y además en el fondo, ¿qué me importa a mi no ser reconocido?, pues no mucho o más bien nada. No pretendo medallas y laureles, ni paseos por las avenidas en un descapotable y vítores y aplausos de reconocimiento, me llega con decir lo que siento y amo. Y no es en falso lo que digo, porque sé que lo que escribo nunca pasará de ser minoritario. Pero ahí es donde yo me desenvuelvo y como un pez en el agua, en la minoría y más si esa minoría es subversiva.

Yo no voy de un Superman por la vida y porque también soy cobarde y tengo miedo y lo tengo muchas veces. Al fin y al cabo, yo soy un hombre y un hombre con sus fortalezas y debilidades. Por tanto soy solo un hombre más, pero un hombre al que le gusta reivindicar y denunciar y decir y pensar y todo eso llevarlo a la escritura. No hay otro mérito extraordinario, solo hay decir lo que pienso sin prejuicios y sin medias palabras. Me gusta lo crudo, me gusta la frescura, me gusta moverme entre las contradicciones y eso ¿a quién le hace daño?.

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JULIO CORTÁZAR