LOS PENSAMIENTOS

Claro que me preocupa lo que los demás piensen y digo piensen y no que digan, pues nunca se dice lo que se piensa. A veces y como mucho se puede aproximar, pero la mayoría de las veces cuando se dicen las cosas, se tergiversan los pensamientos. Y ahí está mi punto G, los pensamientos y los pensamientos en estado puro. Pues el siguiente proceso es querer transformarlos en palabras y empiezan los matices y las vueltas de tornillo. Yo digo esto, pero pretendía también decir lo otro y no pretendo hacerte  daño, pero te lo estoy haciendo y perdona porque no es mi intención y que también tienes cosas buenas y aunque no sepas decirle ninguna.

Vamos que después juegas con los equilibrios inciertos y vas compensando a medida que salgan las cosas. En cambio el pensamiento no se anda con medias tintas, ni con puntos suspensivos, el pensamiento es claro y diáfano y sobre todo, es transparente como el agua cristalina. un pensamiento no debía ser matizado por nuestro prejuicios, claro que como estamos enseñados a que se nos digan las cosas con mucha pamplina, cuando nos la dicen a lo bruto, nos sentimos jodidos.

Y por eso digo que a mi lo que me preocupan son los pensamientos y no las tonterías que salen por la boca. Yo no necesito que nadie matice lo que dice y ya sé que me arriesgo a que se me digan cosas desagradables y que me van a doler, pero yo acepto las reglas del juego y por tanto también tengo derecho de réplica y lo que yo diga irá igual de cruel y de crudo. Prefiero la crudeza de una batalla que no un pacto de estado. Prefiero la guerra que la conciliación mal entendida. Es decir, está claro que si las cosas se pueden hablar y negociar pues mejor y eso es conciliar en positivo, pero si para conciliar tengo que untarme el culo de vaselina, prefiero la guerra a muerte y  esa es la conciliación mal entendida. ¡Así de claro es y así lo digo!.

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JULIO CORTÁZAR