LA LEY MORDAZA

Es gracioso ¿el qué?, ¿el qué es gracioso?. Yo hace tiempo que no me río de nada y voy por la calle con la boca sellada y con ese mismo rictus que da la muerte. Yo voy como un muñeco de cera, sin risa y sin media sonrisa, yo voy en plan aséptico o con cara de póker. Ahora sí, me río por dentro y me río de todo y me río de lo más sagrado y también de lo más estúpido. Por fuera no puedo mostrar nada, pues no están los tiempos para correrse a carcajadas, ni para dar saltitos de alegría, ni para lucir la mejor de tus sonrisas.

Si estamos de funeral no solo vale llevar el traje de negro impoluto, también hay que estar de luto por dentro. Y sentirse afligido y desconsolado y llorar y mucho por la pérdida de las libertades. Estamos de luto y lo estamos por la ley mordaza, la misma que ha matado las libertades. Lo siento querida libertad, lo siento mucho, te han atropellado y mancillado. Los que nos gobiernan son cuervos negros que solo traen malos presagios y por tanto malos presentimientos, si puede haber un presentimiento peor, que quitarnos las libertades.

Ellos duermen tan tranquilos y porque su conciencia no entiende de derechos del pueblo, solo entiende de derechos para los más pudientes. Ellos no nacieron para servir al pueblo, ellos nacieron para que el pueblo les sirva a ellos. Y con esa zanahoria por delante, así andan por el mundo. Y es triste y doloroso y es impotencia, porque si que somos muchos, pero somos pocos a los que nos duele. Y no vengamos con viejas demagogias, que por eso de ser del puto y llano pueblo, uno es de por sí, cojonudo. Si fuera así y si en realidad fuera así, no estaríamos hablando de esto. Estaríamos hablando de como profundizar en las libertades y disfrutando de ellas y saltando charcos y cantando bajo la lluvia y hoy me toca dormir con la luna en mi cama.

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JULIO CORTÁZAR