LOS PROBLEMAS...

Y claro que hay momentos mejores, igual que los hay peores y otros que son inciertos y que no se definen por ninguno. Son los momentos que uno anda por el borde, por el borde de lo que sea y puede ser el borde una acera o por el borde de un acantilado. Cada uno escoge sus bordes y no los bordes lo escogen a uno. Uno escoge la altura  de lo que te juegas o sea que uno escoge el precipicio o el que sean unos simples centímetros de altura. Cada uno es libre de escoger no solo la altura, sino y también el peso de la caída, pues cuanto más acumulas, más pesas y por tanto más rápido te deslizas.

Hombre no siempre uno escoge, pero casi siempre sí. Porque los problemas no son los mismos para todos, pero también es cierto que hay alguna persona, sino son muchas, que se ahoga en un vaso de agua. Y entonces los problemas no siempre tienen que ser importantes. A veces una mierda de problema sirve de mecha y arde todo como la cera. Supongo no, lo sé, y sé que los problemas juegan a ser bolas de nieve y de cada vez se hacen más grandes y fuertes y al final, el problema es tan grande que se te nubla la mente.

Y eso es lo importante, el saber que los problemas también juegan y juegan al escondite y a veces a la noria. Los problemas se esconden, pero también tarde o temprano asoman y cuando asoman de nuevo, lo hacen con más fuerza. Y jugar a la noria es cuando el problema se hace envolvente y no para de dar vueltas y al final se encapsula y se cubre con una capa de piel muy dura. Después para sacarlo del sitio se necesita cirugía agresiva y radical. Y no hay componendas ni hay paños calientes para los problemas y se les tiene que pillar de cara y cogerlos por los cuernos, porque sino y cuando estés descuidado, los problemas te empitonan y te dejan tieso y casi muerto
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JULIO CORTÁZAR