Nos pusieron la vida por delante y nosotros dijimos, ¡hay que bien! y pensamos que la vida sería fácil y que todo se deslizaría suavemente. Pero poco a poco nos fuimos dando cuenta que todo era más complicado de lo que venía en el anuncio y empezaron las primeras hostias y comprendimos que si no las devolvías te caerían más y más y ahí se empezó a manifestar tus primeros indicios de agresividad. Al mismo tiempo aprendimos a defendernos y nos construimos castillos en nuestro cerebro y con murallas cada vez más altas. Defensa y ataque y aquello parecía un partido de baloncesto y para atacar hay que saber primero defender y todas las variantes que hay de defensa y ataque.
Después vimos que los adultos no eran trigo limpio y que algunos mentían lo necesario para seguir hacia delante y otros, que todo en su vida era una puta mentira. Al principio decíamos, pues yo no miento y porque no quiero. Después vimos que la mentira estaba permitida socialmente y entonces empezamos a mentir un poco, solo un poco y después un poco más, vamos lo necesario para ir tirando y empezaron las matizaciones. Yo miento en esto, porque no me entienden o en lo otro, porque si no me echan del curre y entonces, me quedé dormido, pero lo que tengo que decir, es que el coche no me encendió y punto.
La mentira aceptada en el día a día. Pero las leyes de la selva en que vivimos son así y están hechas por los seres humanos. Con el paso de los años, algunos como yo, se dan cuenta que han mentido mucho y que es hora de dejar las cosas claras y empiezan a desnudarse de nuevo y como niños pequeños. Ya no tienes tanto miedo social y para lo que me queda en el convento, me cago dentro. Pues eso es lo que hago, cagarme con fruición y alevosía y si me pillan y me amenazan pues diré una nueva mentira, que estoy sufriendo una gastroenteritis y por eso me estoy cagando por las patas abajo. Y éste es una nueva etapa, la mentira como arma y como arma ante la imposibilidad de poder decir la verdad, pero eso sí, usada como última baza.
Después vimos que los adultos no eran trigo limpio y que algunos mentían lo necesario para seguir hacia delante y otros, que todo en su vida era una puta mentira. Al principio decíamos, pues yo no miento y porque no quiero. Después vimos que la mentira estaba permitida socialmente y entonces empezamos a mentir un poco, solo un poco y después un poco más, vamos lo necesario para ir tirando y empezaron las matizaciones. Yo miento en esto, porque no me entienden o en lo otro, porque si no me echan del curre y entonces, me quedé dormido, pero lo que tengo que decir, es que el coche no me encendió y punto.La mentira aceptada en el día a día. Pero las leyes de la selva en que vivimos son así y están hechas por los seres humanos. Con el paso de los años, algunos como yo, se dan cuenta que han mentido mucho y que es hora de dejar las cosas claras y empiezan a desnudarse de nuevo y como niños pequeños. Ya no tienes tanto miedo social y para lo que me queda en el convento, me cago dentro. Pues eso es lo que hago, cagarme con fruición y alevosía y si me pillan y me amenazan pues diré una nueva mentira, que estoy sufriendo una gastroenteritis y por eso me estoy cagando por las patas abajo. Y éste es una nueva etapa, la mentira como arma y como arma ante la imposibilidad de poder decir la verdad, pero eso sí, usada como última baza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario