Después había un tío que era muy próximo a mi, pero me costó entender que hacía allí, pues si que tenía un comportamiento un tanto compulsivo y cuando tenía un problema se bebía dos cajas de cerveza y en una sola noche, pero después volvía a la normalidad. Y digo que no entendía muy bien que hacía allí, pues pensaba que podía tratarse perfectamente sin necesidad de estar encerrado entre barrotes. Pero bueno, él sabría el porqué y punto. Pues con éste tío hubo salidas de fin de semana, bueno cuando nos dejaron salir y cines y más cines y paseos y reflexiones patateras y es que además el tío era un cachondo mental y nos reímos hasta retorcernos.
Había también otro tío que era gallego y que era médico como yo y éste estaba colgado de la morfina y de todo tipo de sus derivados, pero en cantidades industriales. Un tío con un coco brillante para la Medicina, y no así para la vida. Había un salto abismal y no se correspondían y para nada los dos niveles. Otro buen tío y que me reí muchísimo con él. Y todos estábamos más salidos que burros, pero él era el rey del salidismo y yo para vacilarlo le dije un día en que íbamos paseando por la calle, que por no nos quedábamos a ver a las niñas que salían del colegio y el tío todo descompuesto y todo serio, me dijo que el eso no lo hacía y porque no estaba tan salido. Me reí como un loco que aún era en aquél momento, pues el tío me había tomado en serio y además que me miró con cara, de que éste tío sí que está loco. De todos formas cuando el tío hablaba de las drogas se le cambiaba la cara y le brillaban los ojos y por eso ahora no apuesto nada por él. Lo siento galleguiño, pero así lo veo y así lo digo.
Había un sector con que yo no me encontraba tan próximo. Si cerca, pero sin tanta confianza como para tener que irnos a la cama, pero había mucho en común, pues para algo estábamos allí, para arreglarnos el cableado y que no se nos fundieran más los plomos de lo que estaban. Vamos que los contactos fueron más esporádicos y no tan íntimos. Y había un pupurri de patologías psiquiátricas, desde el deprimido más simple hasta el paranoico más loco. Había uno que se decía depre, que yo creo que estaba allí porque "necesitaba cariño" y yo como no se lo daba, me cogió manía y por supuesto, yo a él y el muy cabrón se protegía debajo de la falda de las tías.
Había también otro tío que era gallego y que era médico como yo y éste estaba colgado de la morfina y de todo tipo de sus derivados, pero en cantidades industriales. Un tío con un coco brillante para la Medicina, y no así para la vida. Había un salto abismal y no se correspondían y para nada los dos niveles. Otro buen tío y que me reí muchísimo con él. Y todos estábamos más salidos que burros, pero él era el rey del salidismo y yo para vacilarlo le dije un día en que íbamos paseando por la calle, que por no nos quedábamos a ver a las niñas que salían del colegio y el tío todo descompuesto y todo serio, me dijo que el eso no lo hacía y porque no estaba tan salido. Me reí como un loco que aún era en aquél momento, pues el tío me había tomado en serio y además que me miró con cara, de que éste tío sí que está loco. De todos formas cuando el tío hablaba de las drogas se le cambiaba la cara y le brillaban los ojos y por eso ahora no apuesto nada por él. Lo siento galleguiño, pero así lo veo y así lo digo.Había un sector con que yo no me encontraba tan próximo. Si cerca, pero sin tanta confianza como para tener que irnos a la cama, pero había mucho en común, pues para algo estábamos allí, para arreglarnos el cableado y que no se nos fundieran más los plomos de lo que estaban. Vamos que los contactos fueron más esporádicos y no tan íntimos. Y había un pupurri de patologías psiquiátricas, desde el deprimido más simple hasta el paranoico más loco. Había uno que se decía depre, que yo creo que estaba allí porque "necesitaba cariño" y yo como no se lo daba, me cogió manía y por supuesto, yo a él y el muy cabrón se protegía debajo de la falda de las tías.
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