Y hoy vi una antigua foto de mi ciudad
natal, Vigo (ésta foto de al lado). Vigo cuando era Vigo, ahora
sigue siendo Vigo pero menos y porque me resulta una ciudad lejana y
extraña. Son muchos años separados o divorciados y esa onda
familiar y entrañable ha desaparecido, ahora me resulta difícil
identificar sus rincones, ahora faltan los descampados, los tranvías
y sus chirridos y gran parte de los viejos edificios.
Ahora todo es nuevo o casi. Y lo del
tranvía pues nada, que vino un Alcalde modernillo y dijo que el
tranvía era pasado y se cargó tranquilamente al tranvía. A mi me
gustaba mucho el tranvía, me gustaba como trepaba las largas cuestas
de Vigo y como se agarraba a sus raíles con fuerza y como emitía
quejidos. Y aquél ruido infernal a chirriar de hierro fundido y el
tío que echaba arena y para que el tranvía frenara. Pero ya se sabe
que todo tiende a desaparecer , hasta los pensamientos más
entrañables se diluyen y Vigo fue Vigo para mí y ahora ya no es
Vigo, pues es un Vigo sin tranvías.
Parece mentira que añore tanto el
tranvía, pero los sentimientos son así de subjetivos. También
añoro los descampados, esos campos rodeados de edificios y donde lo
aprendí todo. Aprendí a disparar balines a los pájaros, aprendí a
tirar piedras a la cabeza de un amigo, aprendí a darle palos en la
polla a los burros, aprendí a pelear a base de llevar hostias y de
vez en cuando dar alguna, en fin, que aprendí mucho, para mi los
descampados fueron mi Universidad de la vida. Y ahora están llenos
de edificios modernos y por ellos cruzan calles y avenidas.
Y para colmo de los colmos, mi playa de
Vigo, la playa de Samil ni la reconozco. Tenía un espléndido pinar
y ahora en cambio de pinos hay aparcamientos, han dejado alguno vivo
y para que viera el genocidio cometido hacia sus hermanos de sangre. Y las dunas que a
mi parecían las del Sahara, pues que desaparecieron bajo el cemento del
llamado paseo y que en realidad es una lengua de asqueroso cemento.
Menos mal que Vigo tiene un entorno que no se merece y no se lo
merece por haber elegido a Alcaldes que se dedicaron a esquilmar su
belleza y ahora es una ciudad sin sal, pero como decía antes, con un
entorno, incluida su ría de Vigo, que es de auténtica postal. De
todas formas, te echo de menos, Vigo.

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