Hay días en que es mejor callar que
decir lo que piensas y yo poco a poco me voy aplicando éste cuento y
porque sino dentro de poco estaré predicando en el desierto. No me
estoy quedando sin audiencia, pero si me estoy quedando sin amigos o
conocidos y tampoco es eso, tampoco es cuestión de caminar siempre
sólo. Tengo sensación de soledad buscada y trabajada y no hay
disculpas de que no me di cuenta, porque en todo momento fui
consciente de ello.
Me he aislado y vivo como un ermitaño.
Y en parte lo necesitaba, pues necesitaba verme hacia dentro, pero el
hábito hace al monje y creo que ya ha pasado el tiempo de los
ejercicios espirituales. Ejercicios espirituales, así le llamaban
los curas cuando organizaban convivencias de niños y durante varios
días. Allí ya era comerte el coco en plan concentrado y supongo que
los curitas pervertidos se debían poner las botas con tanto culito
de niño.
Yo, por suerte y por a o por b, siempre
me libré de éstas películas y porque mis padres eran católicos de
esa manera, de para ir a misa y sin comulgar la hostia bendita o sea
para hacer acto de presencia social y ¡menos mal!, porque sino ahora
podía escribiros desde el mismo Vaticano, porque a los 10 años de
mi existencia yo prometía para esas lides tan siniestras deL querer
ser un curita más en la Tierra y todo porque el curita de turno, me
había comido el coco y además con la evidente amenaza de que sino
no aprobaría sus asignaturas. Antes el chantaje era tan
imprescindible como el comer y además si el fin era “bueno” no
importaban los medios. Antes todo era más crudo, pero también era
más claro.
Ahora no, ahora se hace más el
chantaje subliminal. Yo no hago esto, pero simplemente te lo digo y
además te lo advierto. Ahora te inundan de caricias y cuando ya
estás blandito, te la insertan directamente por el culo. Antes no,
antes te la metían directamente a pelo y si te rompían el culo,
pues eran efectos colaterales o la culpa era tuya por tener un culo
tan estrecho. Ahora la verdad, es que sobra demasiada vaselina y uno
quiere ir al grano de las cosas, pero te dicen que antes hay que
verlo todo y desde todos los ángulos.
Quizá sea eso, que yo soy de la
antigua escuela y sólo aplico lo aprendido. Pero yo prefiero las
verdades como puños, que las verdades a medias, prefiero saber quién
va a ser mi enemigo, que
andar en eternas negociaciones. Bueno
también prefiero una caricia que un puñetazo y un beso a un arañazo
o sea que prefiero la paz a la guerra y hacer el amor a todas horas.
Me gusta sinceridad descarnada, la sinceridad que aún sangra y casi
me da igual que ésta me haga daño.
Hace poco me escribió una amiga y me
dijo unas cuantas cosas muy duras y mi primera reacción fue
instintiva y me defendí como un jabato, es más contraataqué con
todas mis armas. Ahora ya no, ahora ha pasado todo y le estoy
profundamente agradecido por esas verdades que ella consideraba que
necesitaba decirme, lo único malo que ahora ya es tarde, porque en
esa batalla dialéctica nos dijimos algunas cosas que es mejor no
reproducir y por tanto, esa amistad se fue al carajo. Y no porque lo
que me dijo fuera una verdad universal, sino que se lo agradezco
porque me hizo pensar las cosas dos o tres veces, ahora ya hago una
pausa antes de decir las cosas.
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