LA REBELIÓN DE LOS ZURDOS

 Si señores por fin he conseguido salir de mi propio armario y proclamo y a voz en  grito, ¡qué soy zurdo!. Zurdo nací y lo fuí al completo hasta que entré en el colegio o sea, fui zurdo para todo, pero, pero en mi tierna infancia en el colegio y entre los curas y la zapatilla de mi madre, me corrigieron esa enfermedad maldita, bueno me la corrigieron en parte, pero de todas formas tengo que dar las gracias a todos los que me ayudaron en esa árdua tarea de hacerme un tío hecho y derecho, porque ahora me siento libre y curado, pues ya no soy tan zurdo como antes.

Yo sin enterarme que había nacido en pecado, nací zurdo pero zurdo cerrado y eso es más que un pecado, es un atentado al orden establecido, al orden donde dominaba la derecha en todas las normas costumbristas. Hay quién nace señalado por un estigma y éste era el mío, mi estigma era mi brazo corrupto que se escoraba demasiado hacia la izquierda. Entonces y ante ello no valían métodos pacientes y de convencimiento, sólo valía las bofetadas en la cara, la regla golpeándote las yemas de mis dedos y si hacía falta se ataba a la silla o al mismo, pupitre la mano maldita.
Yo no entendía nada, pues pensaba que hacia más o menos bien las cosas con esa mano y que era hábil y hasta puede, que algo manitas (no mucho), pero no señor y para explicarme el asunto me dijeron que usar esa mano estaba prohibido y ya no hubo más explicaciones, ni más palabras, solo hubo hostias a diario. Y al final, consiguieron algo y lo consiguieron a base de meter miedo y dolor. Y poco a poco, empecé a escribir con la mano derecha, con la misma con que escribo ahora.
Consiguieron eso, pero destruyeron muchas cosas, pues dejé de ser hábil y algo manitas con la zurda. Nunca supe con que mano pintar o que mano usar para arreglar algo fino, algo que requiriera precisión y el ser minucioso. O sea, que me jodieron la habilidad fina, creativa y constructiva y aún hoy en día me siento patoso con ambas manos. Pero ellos consiguieron lo que querían, que el demonio dejara de escribir con mi mano zurda.
El resto de actividades las sigo realizando con mi mano maldita, soy zurdo jugando a deportes de raqueta o de pelota (baloncesto, balonmano...). Y es curioso porque con esa mano y en éstas actividades, me defiendo, me defiendo no, juego que te cagas. O sea que ahora soy un zurdo reformado, un zurdo que en la selva fue zurdo al cuadrado y hasta que llegaron los blancos y me catequizaron,  y ahí pasé a ser zurdo contrariado.
Después y a lo largo de mi vida, pude comprobar que había muchos detallesno tan brutos y bestiales como en mi tierna infancia, pero eran detalles que sólo estaban hechos para los diestros. Es su mundo propio y único, ellos son los putos amos y los zurdos somos las ovejas negras siempre descarriadas. Sigue habiendo mesas que para poder escribir tienen un solo punto de apoyo, por supuesto a la derecha. Las puertas, las ventanas, las llaves de paso y un largo etc. se abren para que le sea más cómodo para ellos.
Son pequeños detalles que nada tienen que ver con las torturas de otros tiempos, pero son detalles que al fin y al cabo acaban doliendo. Hoy se valora a los zurdos sobre todo en los deportes, pero como tíos raros o raritos y por criterio pragmático, pues los zurdos siempre sorprenden a los diestros y eso nos da una pequeña ventaja en éste tipo de deportes. Somos pocos, pero somos valientes y sabemos defendernos en un mundo creado por y para los diestros.
El día que nos levantemos y nos rebelemos que el mundo tiemble y el Gobierno también, pues lo primero que haremos es instaurar un Gobierno de izquierdas, pero de izquierdas de verdad, no de izquierda descafeinada. 


 


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