
Y la justicia que siempre es justa y equitativa (y yo me río de ella), tomó esa decisión tan bien meditada y declaró culpable al barco y lo condenó a una multa multimillonaria y a cadena perpetua. Lo malo es que ya no hay quién saque al Prestige de los fondos marinos frente a la costa gasllega y ¡qué fondos!, pues son los de la Fosa Atlántica y esa fosa es tan profunda que toca al mar del otro lado. Bueno, esa fue su condena, reposar en uno de los fondos más profundos del mundo.
Y que aprendan los demás barcos, porque sino serán condenados como fue el Prestige, a cadena perpetua y cerca del centro de la tierra. Salieron de rositas, el capitán, la naviera pirata y el chorizo que mandó el barco a partirse a la quinta puñeta o sea en la fosa y ningún ser humano fue responsable de la catástrofe y a ver cuando entendemos, que en el mar mandan los barcos y nosotros los hombres somos adornos que ellos llevan, vamos como si fuéramos sus lindas ladillitas.Ya sabéis y según ésta condena, primero podemos emborracharnos, después cogemos el coche y conducimos por el carril contrario, como kamikaces espaciales y no tengáis miedo de nada, pues al fin y al cabo, el coche siempre será el responsable.
¡ Y viva la justicia!.
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