Las autoridades sanitarias me advierten que debo salir de mi cueva, pues corro el riesgo de convertirme en murciélago. Pues mira que echo horas delante de mi pequeño ordenador (en el 2.013 era pequeño y en cambio ahora en 2.022, ha crecido) y es que a veces me quedo pajarito y no respondo a estímulos sensoriales ni mentales, ni dolorosos ni respondo a los reflejos más primarios y me quedo tieso como una momia petrificada. También me recomiendan que deje de fumar tanto y que haga más deporte y que me espabile y haga de una vez algo productivo. Que ya está bien de hacer el bobo y de escribir tonterías. (Ahora en el 2.022 llevo casi 7 años sin fumar).
Bueno pues las autoridades sanitarias opinan eso y está bien saberlo, pero yo no estoy de acuerdo o por lo menos no lo estoy en parte. Mi karma me dice otra cosa y me dice que si yo disfruto de ésta forma, que le den por el culo al mundo y a los extraterrestres que quieren mangonear sobre todos nosotros. Aunque un poquito de mover el culo, creo que me vendría de perlas, pues es verdad que por momentos me oxido y me pudro y me acaba doliendo desde las cervicales hasta la rabadilla (donde nace el rabo de atrás) y en cada movimiento noto el chirrido de mis goznes o articulaciones y además de lo duro que tenía el culo en mis tiempos, ahora noto que está blandito, blanquito y un poco grimoso.
Y ya se sabe que para mí el culo es muy importante, pues es un termómetro del estado del cuerpo y si el culo está blandengue, el resto del cuerpo es manteca de cerdo.
De todas formas a ver quién es el guapo o guapa que quita mis posaderas de este asiento y porque lo va a tener muy difícil, pues yo ya soy un apéndice más de la silla y de la mesa y del ordenador y hasta del cenicero y sobre todo y por encima de todo, de mi amada estufa de leña. Si tuviera forma de llevármela para la cama ya sería un tío al completo y un tío sin necesidades amorosas ni sexuales con seres humanos, sería en definitiva el rey de la selva en la que vivo.
Porque a mi alrededor hay fieras y hay muchas. Hay gusanos que se arrastran por el lodo. Hay depredadores que florecen más que las flores. Hay topos que hablan y después se esconden. Hay ratas que te atacan por la espalda. Hay buitres que dan vueltas y vueltas esperando para comerse tus vísceras. Hay zorros que van de super listos. Hay víboras con mucho veneno. Hay gorriones que te tocan los cojones. Hay palomas que se cagan en tu coche. Hay en fin, todo un mogollón de bichos malos o peores.
Menos mal que en mi selva también hay otras especies. Hay personas que son humanas y hay otras que no lo son tanto, pero mi selva es mi selva y los pocos que quedamos somos como somos y somos tiernos, comprensivos y apreciamos lo solidario. O sea que somos tribu, tribu urbana que aterrizamos en una isla perdida, en mi caso particular y nuestros designios son divinos y también son humanos y abarcamos todo lo que vemos, desde las estrellas del cielo hasta las profundidades del infierno, desde el occipucio hasta el talón de Aquiles, desde donde dejas huella...y hasta que te quedas sin ella.
En fin, somos tribu que hablamos o no hablamos y según el momento, pues también necesitamos acariciarnos y sentirnos y ya se sabe que a veces la mejor manera de entenderse, es hacerse los mudos y no decir nada. Ah!! y en mi selva no hay fronteras, ni aduanas, ni hostias benditas, pero exigimos y exijo llevar pasaporte, pues es la única manera de asegurarme que no entren los cabrones que se camuflan de buenas personas.
De todas formas a ver quién es el guapo o guapa que quita mis posaderas de este asiento y porque lo va a tener muy difícil, pues yo ya soy un apéndice más de la silla y de la mesa y del ordenador y hasta del cenicero y sobre todo y por encima de todo, de mi amada estufa de leña. Si tuviera forma de llevármela para la cama ya sería un tío al completo y un tío sin necesidades amorosas ni sexuales con seres humanos, sería en definitiva el rey de la selva en la que vivo.
Porque a mi alrededor hay fieras y hay muchas. Hay gusanos que se arrastran por el lodo. Hay depredadores que florecen más que las flores. Hay topos que hablan y después se esconden. Hay ratas que te atacan por la espalda. Hay buitres que dan vueltas y vueltas esperando para comerse tus vísceras. Hay zorros que van de super listos. Hay víboras con mucho veneno. Hay gorriones que te tocan los cojones. Hay palomas que se cagan en tu coche. Hay en fin, todo un mogollón de bichos malos o peores.
Menos mal que en mi selva también hay otras especies. Hay personas que son humanas y hay otras que no lo son tanto, pero mi selva es mi selva y los pocos que quedamos somos como somos y somos tiernos, comprensivos y apreciamos lo solidario. O sea que somos tribu, tribu urbana que aterrizamos en una isla perdida, en mi caso particular y nuestros designios son divinos y también son humanos y abarcamos todo lo que vemos, desde las estrellas del cielo hasta las profundidades del infierno, desde el occipucio hasta el talón de Aquiles, desde donde dejas huella...y hasta que te quedas sin ella.
En fin, somos tribu que hablamos o no hablamos y según el momento, pues también necesitamos acariciarnos y sentirnos y ya se sabe que a veces la mejor manera de entenderse, es hacerse los mudos y no decir nada. Ah!! y en mi selva no hay fronteras, ni aduanas, ni hostias benditas, pero exigimos y exijo llevar pasaporte, pues es la única manera de asegurarme que no entren los cabrones que se camuflan de buenas personas.

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