Claro que estas preocupaciones se podían decir que son las de un tío que vive bien y puede que así sea y me alegro de que sea así o acaso yo voy a decir ¿que preferiría vivir debajo de un puente y sin poderme llevar un mendrugo a la boca?. O acaso es pecado el intentar vivir lo mejor posible y tener una casa que resulte amable, confortable y entrañable y si es realmente pecado, pues nada, que soy un gran pecador, que soy como el demonio con cuernos y rabo y fuego en mi boca.
Vamos a ver...soy como soy y soy un tío que le tiene ganas a la vida y porque la vida te da algo, pero en contadas ocasiones, porque la vida en sí, es rácana y cutre y si tú no le metes caña, te dejará vivir pero bajo mínimos y siempre estarás falto de vida y de oxígeno. Yo le exijo unas cuantas cosas, pero sobre todo le exijo una cosa sobre las demás, que me deje vivir en paz y sin tener que padecer un gran perjuicio físico producto de la vejez, pues yo me encargo del resto. Me encargo de sacar las castañas del fuego, de cubrir mis necesidades más vitales, de expandir mi imperio de cariño y sentimientos y de adecentar mi cueva de lobo solitario.

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