Sé que hay muchos a lo que no les gusto ni un pelo, pero como es un amor correspondido, pues nos quedamos en empate más o menos igualitario o compensado. Antes sí, antes me preocupaba el caer bien o mal a la gente y hacía mis numeritos imposibles y porque es imposible el estar cabreado y al mismo tiempo hacer que eres el tío más feliz de la tribu y porque puede colar durante un rato, pero después la mala hostia te tiene que asomar por las costuras y lo van a denotar tus gestos, tus miradas o tus palabras. Antes, me gustaba llevar el halo de santo y como si la puta bondad me protegiera de algo o de alguien.
Pero ahora no y porque la bondad se tiene o no se tiene y la bondad solo se puede tener por momentos o a ratos y porque no vivimos en un mundo feliz, feliz de mierda. Y vamos a ver, que uno siempre se va a encontrar y de frente y de cara, con un tío imbécil y que solo se merece que le partas la cara a ostias y porque te lo está pidiendo y yo antes de ponerme agresivo, prefiero que en mi frente se lea: "no soporto a los imbéciles". Ahora si el imbécil persiste y se quiere hacer conmigo el graciosillo, tendré que hacer un cambio de planes y me pondré mi armadura oxidada...y ya se sabe, del graciosillo imbécil, quedarán solo restos para los buitres y para alguna hiena silvestre.
Los odios nunca se compensan y yo odio un tanto y tú me odias en la misma medida y lo digo por mi, porque mi capacidad de amar es extraordinaria, pero también mi capacidad de odio no tiene medida y entonces, yo amo y odio fuera de los límites establecidos. Y ante el odio no hay perdones y lo siento y que pena y lo siento de nuevo y ante el odio, solo puede haber más odio y hasta que el enemigo se ponga de rodillas y ponga cara de afligido. Y ahí, es donde se debe acabar el odio, pues has vencido y humillado al enemigo y el odio, ya no tiene o no debía tener cabida.
Pero ahora no y porque la bondad se tiene o no se tiene y la bondad solo se puede tener por momentos o a ratos y porque no vivimos en un mundo feliz, feliz de mierda. Y vamos a ver, que uno siempre se va a encontrar y de frente y de cara, con un tío imbécil y que solo se merece que le partas la cara a ostias y porque te lo está pidiendo y yo antes de ponerme agresivo, prefiero que en mi frente se lea: "no soporto a los imbéciles". Ahora si el imbécil persiste y se quiere hacer conmigo el graciosillo, tendré que hacer un cambio de planes y me pondré mi armadura oxidada...y ya se sabe, del graciosillo imbécil, quedarán solo restos para los buitres y para alguna hiena silvestre.
Los odios nunca se compensan y yo odio un tanto y tú me odias en la misma medida y lo digo por mi, porque mi capacidad de amar es extraordinaria, pero también mi capacidad de odio no tiene medida y entonces, yo amo y odio fuera de los límites establecidos. Y ante el odio no hay perdones y lo siento y que pena y lo siento de nuevo y ante el odio, solo puede haber más odio y hasta que el enemigo se ponga de rodillas y ponga cara de afligido. Y ahí, es donde se debe acabar el odio, pues has vencido y humillado al enemigo y el odio, ya no tiene o no debía tener cabida.
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