Las cinco y media de la tarde y yo con
estos pelos. Me encuentro pillado entre dos tetas, la teta buena y
teta la mala y yo quiero a la buena y rechazo a la mala, pero no
señor, las dos tetas vienen dentro del mismo envase y coges el par o
te quedas sin ninguna. Y yo me he ido muchas veces detrás de las dos
tetas y porque las tetas tirán más que dos carretas y porque sino
sabes hacia donde tirar, por lo menos las dos tetas sirven de
referencia visual.
Cuando tú estás vacío por dentro,
cuando tú no te consideras nada, cuando tú ejerces de baboso, pues
ves dos tetas y se te ilumina la cara y en consecuencia, te lanzas
sin paracaídas y sin frenos. Pillas y te aferras a ellas y como el
hábito hace al monje, ya vivir sin esas dos tetas es un verdadero
problema. Y es que ya es tarde, ya estás enganchado, ya eres
drogodependiente, ya no puedes vivir sin ellas.
Pues yo ahora vivo sin tetas y de
verdad que no me pasa nada. Sí, que estoy salido y asqueroso, pero
que si eso fuera el problema, pediría por Amazón que me manden dos
buenas tetas y me da igual que sean de cartón piedra o de silicona
perfumada, que hoy en día con el internet todo tiene su arreglo.
Porque el problema no está en las tetas en sí, el problema está en
su propietaria y por eso uno no debe quedarse con el cante y el
dejarse hipnotizar por las visiones, debe siempre pensar que detrás
de unas tetas hay una persona más y que no es tu madre, ni tu
hermana, ni tu prima, es una tía que tal vez, te puede gustar o que
tal vez, no.
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