Yo pensaba que la tierra era redonda y
resulta que a cada día que pasa, siento que es más bien, cuadrada.
O cuadrados son sus habitantes, porque las cosas funcionan de esa
manera, o lo tomas o lo dejas o lo haces o lo deshaces, pero aquí no
hay negocios a medias, ni pactos de Toledo, hay que cada uno salve su
chiringuito y como pueda. O ¡sálvase quién pueda!. De primero
niños y mujeres, de eso nada, se salva el más fuerte, el más
poderoso y el que tiene menos escrúpulos.
Y eso es una realidad, pero porque sea
una realidad no hay que dejar que pase. Los que quedamos
arrinconados, los parias, los marginados, los explotados, podemos
hacer piña e imponer nuestros criterios, pero cuidado, porque dentro
de nuestras filas hay personas que se disfrazan de corderos e
intentarán ser ellos la nueva élite que nos dirige, que nos oprime
y además que lo harán en el nombre del pueblo. Eso ha pasado un
millón de veces a lo largo de nuestra historia y si no estamos
atentos, seguirá pasando.
Por eso yo me creo de las cosas la
mitad, creo en los principios generales, creo en la humanidad, creo
en que no debe haber hambre, creo que la justicia debía ser para
todos, ahora como todo esto se concreta y lógicamente habiendo
personas por el medio, me pone en guardia y con los reflejos a tope.
Porque aquél que era el gran líder y el otro que no lo era tanto,
pero estaba a cargo de algo importante, se adhieren al poder como
lapas, se dan baños de multitudes, se dejan hacer monumentos y
homenajes y se dejan adular por sus congéneres y al final, se les
olvida por donde habían empezado y se constituyen en la nueva élite
del poder.
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