ME GUSTAN LOS ARRABALES

Ahora pensaba que ya iba siendo hora de dar una vuelta por los arrabales del pueblo. Porque a mi me encantan los arrabales, me encanta la gente de barrio alicaído, no la de barrio hortera y pretencioso. Me gustan los currunchos (esquinas) escondidas y donde Mahoma tiró la piedra y se echó su última meada. Y yo no niego que sea por deformidad profesional o personal y como yo me crié en un puto arrabal pretencioso. Y ahora y toda la vida, me dio por buscar un arrabal con sello de auténtico y de denominación de origen.

Otros buscan filones de oro y buenas sortijas en un mercadillo, pues yo busco arrabales apartados y en donde no impere la ley. La ciudad sin ley, se podía llamar también mi película. Es que yo de chaval viví entre esas dos aguas, por un lado, junto a los ricos locales y por el otro, junto a la pobreza y a dos pasos de cada uno. Y yo desde pequeño me arrimé y no sé el porqué, al lado de los desarrapados, pero ellos tampoco me dejaron hacer piña. Supongo que sería porque yo olía diferente, porque vestía de otra manera, porque en realidad, no tenía cara de hambre

Pero vamos a ver y lo digo por si acaso, que yo tampoco soy gilipollas y que quiera pasar el mismo hambre que ellos, que una cosa es la atracción y otra es la atracción fatal. Pero bueno, a lo mejor al final todo es cuestión de estética y lo único que pasa es que me gusta la estética cutre, pero que sea auténtica y todo el rollo de cuando era pequeño y lo mi barrio, es un pegote o es una posturita para decir, que conozco de que va ese rollo. Yo mismo me corté la meada y entonces el final es, que me gustan los arrabales porque me sale de los cojones.

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JULIO CORTÁZAR