Yo hago mucho alarde de ser un tío
duro y frío y que va, soy un pedazo de pan blandengue y de frío, no
tengo nada, soy pasional y ardiente. Ya sabéis lo que dice el refrán
del populacho: “dime de lo que presumes y sabré de lo que
careces”. De todas formas cada uno es muy libre de sacar sus
propias conclusiones y porque a éstas alturas me importa un huevo la
imagen que de mi se tenga. Ya no estoy para intentar quedar bien o
para hacerme el simpático o el amable, simplemente diré lo que sale
por mi boca o lo que escribo en mi teclado.
Yo creo que llega un momento en la
vida, en que te da igual lo que piensen los demás y si te importa
algo, tiendes a relativizarlo un huevo. Vamos, que ya no dependes
tanto de los demás, de que les parezca mal algo, de que tienes que
escuchar sus opiniones, de que tienes ser más comprensible, de que
tienes la obligación de saber sus pensamientos. Claro que a veces,
tú solo te pierdes y en esas veces, necesitas tener otras opiniones.
Pero a lo que yo voy, es que no voy a
dejar cosas porque alguien se sienta herido o molesto. Yo voy a
seguir igual mi camino y puede que algún cruce de caminos me siente
a escuchar a los que van por parecido destino y ahí oiré y ahí
escucharé y anotaré los aspectos más importantes que han sacado de
su experiencia. Pero hasta ahí llego y punto, porque los que van por
un camino alejado, los que van en otro sentido, que se busquen la
vida, tal cual como yo me la he buscado.
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