Claro que me estoy vaciando, que tengo
por delante unos días navideños y debido a ello, no podré escribir
casi nada. Por eso ahora sufro la fiebre del oro y busco las vetas
debajo de la tierra y hasta en el infinito y en el más allá. Tengo
necesidad de vaciarme antes y de hablar de todo lo que tenga vida.
Quiero hacer cánticos a la vida y que la vida se estremezca conmigo,
que tiemble como yo tiemblo a veces, que ría con mis carcajadas, que
sude, que curre, que se joda como cuando yo estoy jodido. En fin
quiero que la vida muestre su lado más humano.
Y esa es mi misión, darle a la vida
unas cuantas pinceladas y unos cuantos retoques, para hacerla más
humana. Que no se largue faroles, que cuando hable de felicidad que
sea alcanzable, que no nos hable de cielos tenebrosos y de ángeles
celestiales. Vamos lo que yo intento es que la vida se baje de su
pedestal y ponga un pie en nuestras vidas, en el día a día, en la
mañana que llueve, en la comida que hay que hacer todos los días,
en las noches de largos insomnios y en las madrugadas que se cubren
de escarcha.
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