EL SALTO DE CAMA

La verdad es que estamos en Navidad y debía estar escuchando villancicos y viendo belenes y sobre todo, estar recorriendo comercios navideños tal y como los que van a pasear a las grandes superficies sólo para ver escaparates y al final, para no comprar nada. Sera muy divertido el tema, pero yo no le encuentro el punto. Bueno, lo digo yo que soy un tío muy raro y además sólo quedamos dos, y es que estamos en peligro de extinción.

Pero por ser raro no debo de dejar de decir lo que pienso. Y para ver escaparates navideños, prefiero ir a ver tías en pelotas y si va Papá Noel con ellas, yo me alegro por él y hasta ahí llega mi espíritu navideño. Que le voy hacer, si soy un degenerado. No creo en muchas cosas, no creo en dios, no creo en el infierno, no creo en una sociedad que nos maltrata, no creo que ser guapo y atractivo, como yo, merezca la pena y lo digo, por tantas preocupaciones. Decirle no a una chavala te deja muy mal sabor de boca y si cada día, tienes que decírselo a varias, te crea profundos insomnios.


Vamos al grano, que cuando aparece el tema chavalas me pierdo entre su vello púbico. Y además estamos en navidades y no es época para hablar de guarradas. Pues sí, ya es hora de cerrar el chiringuito, estoy agotado por todo lo producido y además me espera la cama con su salto de cama, el salto lo voy a dar yo cuando me encuentre con la cama sin hacer, ¡ya veréis que salto de alegría!.

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JULIO CORTÁZAR