Mucho escribir y venga a darle al pico,
pero me queda por delante la faena más fea, que es pasar los
escritos al Blog y para ello tengo que trasladarme al bar de la
esquina y por eso de la wifi. Después trabajar entre el vocerío de
voces de hombres, de hombres de bares, que no son como los otros, son
más hombres y por la atrofia cerebral que produce el alcohol de 40º.
Por esa atrofia ven las cosas de otra manera, follan como locos,
saben arreglar lo más difícil, recomponen de palabra lo que haga
falta y cada frase se acompaña de un largo y sabroso trago.
Y no hablan por hablar, hablan para
poder sentenciar lo dicho con un trago y cuanto más hablan, más
tragos dan y cuantos más tragos dan, más hablan. Hay una simbiosis
directa entre el hablar y el beber. Pero bueno siempre sale algo
interesante, por ejemplo a que precio están las verduras hoy y así
te enteras del precio y de como estaban ayer y si la cosa va en alza,
porque si va en alza es mejor que te compres 10 kilos de tomates y
para todas las ensaladas del mes.
Quien piense que en los bares no se
hablan cosas interesantes, está muy equivocado. Además que todo
dios es sincero y dicen las verdades, que serán aún más a partir
del décimo trago, después ya no sé, pues cada uno tiene su propia
medida para caer al suelo. Existen fases de la borrachera y que ya
todos conocemos, pero esa amalgama de distintas fases que se dan en
un bar, no se dan en todos los sitios y es que es como una Torre de
Babel, en la que se hablan todos los idiomas, los imaginables y los
inimaginables.
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