Y es que cada Pueblo tiene sus cosas,
avece son cosas con encanto y en otras, no tanto. Y es que venía
conduciendo y llevaba un todoterreno delante y pensé que era de un
tío que ahora vende cupones, que es diabético, como yo, pero el es
orondo y gordo. Y pensé que antes tenía una tienda de chuches, sí
de esos que están prohibidos a los diabéticos, y bueno, el tío
aparte de diabético tiene una pluma que te cagas y en cambio su
mujer que a veces estaba en la tienda, es un machorro y con muy mala
baba y mucha mala hostia. Pues aquí, se les llamaba, “los
cambiados” y por eso, de que debían estar confundidos de sexo.
Para que se vea que en los pueblos hay
mala hostia a mansalva y que no son cuatro paletos que no se enteran
de nada y como se ve, no carecen de humor dialéctico. Y después vi
otro coche que conducía otro tío, que tiene un bar en el pueblo. Y
éste ya es la hostia bendita y no tiene mote porque el se cree
guapito de película. Yo me acuerdo que cuando el tío estaba en el
bar y pasaba por delante de un espejo, se miraba toda su cara de
arriba a abajo y si un pelito estaba descolocado, pues simplemente lo
ponía en su sitio.
Y ésta maniobra la repetía como 5
veces cada media hora y ¡uy!!! que guapo soy espejito y tengo una
arruga nueva, pero ya sabemos que la arruga es bella y por eso yo soy
tan bello!. Se decía o yo pienso que se decía a si mismo, en cada
vez que se veía en el reflejo del espejo. Y hasta conduciendo he
comprobado que se mira a través del espejo del retrovisor. Si
pudiera darse por el culo el mismo, seguro que se lo hacía y con
sumo gusto.
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