De nuevo son las 4 de la tarde, siempre
son las 4 de la tarde y sea el día que sea, siempre son las 4 de la
tarde. Claro coincide con el primer escrito después del papeo y como
mis hijos comen tarde y yo como con ellos, nos dan siempre las 4 de
la tarde. O sea que para mi, es el comienzo de la tarde y es cuando
escribo un rato y al mismo tiempo estoy pensando en que coño tengo
que hacer ésta tarde. Y claro me viene a la cabeza, el antenista y
para que arregle la antena, el butano que hay que ir a buscar la
bombona, el router que hay que pedirlo y demás desperfectos del puto
rayo, el fregadero que está atascado y tengo que meterle el alambre
hasta el ano, la lavadora que no funciona y hay que vaciarle el agua
podrida y no sigo, porque yo mismo me aburro.
Pero ahora, se me entiende un poquito
más, no?. Porque me falta el coche y las pastillas del freno y sus
putos ruidos intestinales, hacer la gran compra del mes y sin que
falte nada de nada, la comida del perro y eso que no es mío, es de
uno de mis hijos, pero ya se sabe en lo que cae un padre. Y si añado
que tengo que comprar libros de medicina y no para adornar mi sala de
estar, sino para estudiarlos a fondo y con es mero, y que además
tengo que hacer unos cursos a través del internet y algunos
presenciales, pues ya veis, así estoy como estoy.
Desquiciado es poco, aturdido no es
nada, estoy que me subo por las paredes y desde el techo hago el
pino. Estoy como un río cuando se desborda, pues me inundan los
malos pensamientos y sobre ellos es imposible que crezca la hierba,
no crece nada, sólo hay lodo enfangado. Confusión astral es lo que
tengo yo, y ahora estoy con vosotros y dentro de un rato estoy hiendo
hacia Marte y en un caballo blanco con alas.
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