A mi no se me caen las anillos por
decir que he sido culpable. Si lo he sido, lo he sido y punto. Y que
no vengan los terapeutas del coco a decirme que la culpabilidad no
existe y ¡una mierda para ellos!. La culpabilidad existe desde
siempre y cuando uno hace una o varias cosas mal y además hace daño,
puede negarse a la evidencia, pero cierto tiempo, después vienen los
mordiscos de los remordimientos y eso pasa cuando te sientes
culpable.
Toda acción tiene consecuencias
directas y se viven en el momento, pero también las tiene indirectas
y éstas se viven más adelante. Por tanto si actúas contra o a
favor de algo, aparte de hacer mella en lo principal, produces
efectos colaterales y con estos últimos no sueles contar, ni tienes
capacidad para saber hasta donde llegan. O sea que en definitiva, te
llevas cosas por delante con las que no contabas. Y entonces la cosa
más tonta puede adquirir una importancia inusual y en definitiva,
todo se complica.
Al final, has ganado una pequeña
batalla pero a base de abrir muchos frentes y los frentes deben ser
defendidos. Y eso es un esfuerzo sobrehumano. Por eso yo que abrí
frentes por todos los lados, he tenido que ir cerrándolos, poco a
poco y sin que los demás se dieran cuenta y porque la cosa funciona
así, si te muestras débil, el enemigo que está al acecho, te
metería el tiro de gracia. Hay que dejar de atacar poquito a poco.
Pero por el medio me he llevado cosas importantes y como me he
aislado demasiado he dejado del lado las amistades, igual que
abandoné a mi cuerpo y por ello reconozco, ¡que me siento
culpable!.
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