VIVIR

Y ahora que estoy enfermito y delicado, que os puedo contar que no sepáis. Porque yo ahora solo sé de dietas y de insulinas. Y tampoco es cuestión de soltar un manual de las buenas costumbres de los diabéticos y esto no se come y esto otro tampoco y al final el tema es ponerse tipo lechuga, delgado, fibroso y con el cinturón apretado. Pero bueno si además estoy orondo, es lo que toca. A cada uno le llega su hora y la mía ha llegado y de repente y arrasando.

De todas formas ya estoy mejor, mucho mejor que antes y ya puedo hacer el pino sobre los tejados. Y como todo está medido y debidamente pautado empiezo a notar los efectos insulínicos: el azúcar ha bajado en mi sangre, ya no meo en cada minuto y ya no bebo como un cosaco (zumos y demás mierdas que bebía a barriles). Ahora empiezo una nueva vida, con otro orden de las cosas, con otra valoración de lo que es importante y superfluo, con otra mochila reluciente y nueva y eso sí, llena de insulinas hasta los topes.


Y solo estoy empezando, cuando coja carrerilla entonces seré el amo de los discapacitados golosos. Como digo yo, quién quiere un chupa chup y señalando a la polla, hay que aprovechar que ahora está dulce que te cagas. Si no le saco el punto guarro a la cosa, entonces si que sería un criterio de gravedad, pues ya no sería yo, sería el otro con su guadaña. Ahora mi único criterio importante es, ¡vivir!.

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JULIO CORTÁZAR