Pues mi mesa de estudio está tomando forma de mesa de trabajo: se acumulan escritos, algunos acabados y otros iniciados y en ese orden tan desordenado, pero hecho todo con tanto cariño que llena y desborda mi mesa y creo, que mi alma. Hasta parece que escribo, que hago algo, que me como el coco, que tengo 5.000 proyectos, cuando en realidad sólo tengo uno: escribir. Bueno, estos días tengo otro proyecto en mi mente: dejar de fumar. Y ya van 8 días libre de humo y las angustias vitales siguen ahí, pero creo que su intensidad y su número han disminuido. Digamos que ahora ando sin tabaco, sin tener que llevar una cajetilla en el bolsillo y por eso del por si acaso me da el telele, ahora no, ahora me como el mono solo y sin ningún apoyo falso y engañoso.
Y ayer no sabéis lo bien que me sentó decir que no, que no fumo porque no me apetece, porque no quiero y porque no me sale de mis partes nobles. Así es la vida y venga a buscar razonamientos sesudos y convincentes y al final, lo que te convence son las agallas con su sabor a bilis agria. Lo que dije siempre, las cosas no se hacen hasta que des un fuerte golpe en la mesa y te digas: "aquí estoy yo" y ¿qué pasa?...sí, hasta que te enfrentes y dando la cara y enseñando los dientes. En todas las situaciones hay un momento así, que por supuesto sabemos que es ese momento, que todo va a depender de lo que decidas en ese instante, que si te decides por el sí, será un sí consecuente y si es no, pasará lo mismo.
Mirar, yo llevo 8 días sin fumar y para vosotros puede ser una mierda y en cambio para mí, es una verdadera proeza, pero el gran salto cualitativo en mi decisión de dejar de fumar lo dí ayer y mirar con qué argumento: no fumo porque no quiero, porque no me apetece y porque no me sale de mis partes nobles y no hay nada más...y no buscar, porque no hay más. No busquéis razonamientos de salud y esputos, toses, infartos y partos prematuros, porque para exponer a la galería estos son argumentos válidos y eficaces (digamos, que son válidos social y sanitariamente), pero para convencerte a ti mismo, no lo son...porque por dentro, los argumentos se dividen entre los que te hacen crack por dentro y los que te hacen cosquillas.
Y después de soltar todo éste rollo podía fumarme un cigarrillo y me quedaría todo contento con mi traición. Bueno, antes era así y me apuñalaba a cada momento y eso acababa debilitándome hasta la extenuación. Pero lo que yo os quiero decir, es que mi decisión es firme y convencida (y por tanto, consecuente) no porque presente argumentos razonados, contundentes y de peso, sino porque por mi mente ha pasado un argumento de mierda que hizo crack dentro de mi cerebro y que simplemente por eso he dejado de fumar y entonces es cuando estoy de acuerdo con el que se ha forrado con el libro: "dejar de fumar es fácil, si sabes como", aunque hay una pequeña gran diferencia: yo no sé como he dejado de fumar, bueno no lo supe hasta que algo hizo crack dentro de mi cabeza.