Mx
Nos detuvimos en un pueblo. Pasó un entierro. El segundo ataúd estaba cubierto por un echarpe blanco. La comitiva estaba precedida por una banda de música. Al autobús subió un policía que recorrió el pasillo y en su mirada había un reto que se posaba como un pájaro negro en los párpados de cada pasajero. Desde fuera nos miraban caras oscuras, serias, también niños y mujeres que ofrecían comida, agua de colores, fruta, botellas de mezcal, alebrijes. Dentro, el aire estaba lleno de relámpagos, como si el aliento de un buey de temor inundase cada rincón. Seguimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario