Se le podía poner nombre a este nuevo sistema de terapia, el psiquiatra controla a uno y éste controla a otro y así sigue la rueda. No quiero pensar como cuidará el penúltimo del último loco de la cadena. Hasta se lo podía poner nombre: la cadena psiquiátrica. Y claro ante semejante engrudo, lo mejor era tomar la vía de Tarifa y hacer que los dos se mojaran o sea enfrentarlos más y que se acabaran denunciando mutuamente (que era lo que no quería hacer la policía) y asi dos pájaros de un tiro: los dos se quedaban contentos por denunciarse mutuamente y la atención a sus demandas pasaba a manos de la policía que para esas cosas está.
En este caso eran unos impresentables y que de alguna manera como no está catalogado esa enfermedad, la de ser unos impresentables, pero se les metió en el saco de la patología psiquiátrica, como a tantos otros que realmente son debidos a problemas sociales o psicosociales. Pero a lo que voy, cuantos pacientes psquiátricos que necesitan hospitalización psquiátrica (que no era este caso) o sea, necesitan estar en un loquero y porque no hay otra forma de poder controlarlos y resulta que con el tema de la crisis, los están dejando en sus casas y a veces a cargo de personas demasiado mayores (madres o padres) para hacerse cargo de un psicótico o de un maníaco o de otra enfermedad psiquiátrica de alto riesgo. Aunque esto ya me suena de hace años y con el PSOE de Andalucía, que cerraban los psiquiátricos, amparándose en que eran partidarios de loqueros de puertas abiertas. ¡Hay que joderse! y encima haciéndose los aperturistas, pero eso sí, pasándoles el gran marrón a las familias. Ya puestos debieron hacer lo mismo con las prisiones y hacer prisiones de puertas abiertas y que los chorizos y demás especies carcelarias, a la puta calle.
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