Me faltaba la valentía...
¡estoy aquí y ¿qué pasa?!.
Todo lo hacía por si acaso...
Por si acaso sonaba la flauta
y tocaba a la puerta de la suerte.
Por si acaso y de repente,
se daba cuenta que me quería.
Por si acaso y de una vez por todas
abría los ojos y ya nunca más los volvería a cerrar.
Por si acaso necesitaba un alma ciega a la que querer.
Por si acaso se daba lástima y pena
y necesitaba un hombro sobre el que llorar.
Menos mal
que se puso a llover en aquel mismo instante,
y aquellas gotas de agua fría se deslizaron por mi cuello
y corrieron por mi espalda
y hasta morir exhaustas en una planicie de piel erizada.
Mientras tanto,
mis alarmas se disparaban,
y todas a la vez me decían:
cuidado que estás cayendo en su telaraña
Y en esas di y sin pensarlo, un salto hacia delante
y rompí todos los cables
que me ataban a ella.
De repente vi la luz
y después pasó...
que la luz se vino tras mis huellas.
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