TODA LA HIEL

 







No debería escuchar tras 

las puertas,

ni espiar a través de las ventanas,

solo debería ser un objeto punzante

que atravesara los deseos

y los tratara de poner en fila india,

en un orden en donde primara el caos

y los instintos más profundos de los anfibios,

en realidad se trata

de mecer los sentimientos,

y de adornarlos con hojas de laurel,

mientras todo la hiel que llevo dentro,

sería envuelta al vacío

y conservada en estado de hibernación.

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JULIO CORTÁZAR